SIGMADIEZ

Dolor y sufrimiento, cambia tu mente

El siguiente artículo es un fragmento de mi libro El día que el mundo cambió

La realidad que vivimos cada día está dominada por la emoción del miedo y mientras los seres humanos se sigan aferrando a su ego, ese cambio no tendrá un efecto a nivel global.

El ego es un concepto difícil de entender y por eso a lo largo de la historia se le ha intentado dar una definición satisfactoria. Kant lo entendió como una entidad donde se incluía cada representación mental que la persona llevaba a cabo. Para Sartre era una parte más de la conciencia. Para Freud el ego era la representación de la realidad y la razón. Quien controla las pulsiones del ello intentando satisfacerlo de un modo socialmente apropiado.

Si el ego nos domina, la opinión que tenemos nosotros mismos está distorsionada, el verdadero yo se aleja y la tarea de conocerse a uno mismo se complica. En este estado nos creemos superiores y no vemos la realidad tal y como es. En muchos casos, la consecuencia de esto suele ser un comportamiento con tendencia al narcisismo y al egoísmo.

Para ilustrar esto con un ejemplo, voy a recurrir a uno de los autócratas con el ego más desmedido que ha sufrido la humanidad. Si tuviera que describir todos los episodios en los que el ruso Iósif Stalin se dejó dominar por su ego, probablemente saldría un libro con varios volúmenes, pero hay uno en concreto muy revelador, ya que supuso su propia muerte.

Meses antes de su muerte, Stalin se había inventado una enorme conspiración internacional que relacionaba a los judíos soviéticos de la profesión médica, la organización del partido de Leningrado, la MGB y el Ejército Rojo con Israel y Estados unidos. Esta invención de su mente se saldó con cientos de médicos y funcionarios del MGB arrestados y torturados para arrancarle confesiones que no existían en realidad.

En plena histeria colectiva, Stalin sufrió un ataque al corazón que lo mantuvo inconsciente durante cinco  días antes de morir. Se podría haber salvado si los médicos lo hubieran atendido el primer día, pero tras la Conspiración de los Médicos ninguno se atrevió a tomar la iniciativa. El propio médico de Stalin fue torturado por decir que el líder debería descansar. Si el tirano despertaba del coma y veía médicos a su alrededor, podría considerar eso una grave deslealtad. [x]Por este hecho, murió solo en su habitación. Su ego no le dejaba ver más allá de su autoimpuesta grandeza y por ello eliminaba todo aquello que le llevaba mínimamente la contraria.

Toda persona tiene a su alrededor una serie de obstáculos que intentan constantemente limitar su pensamiento y por lo tanto, su libertad. Nos limita la patria, que nos separa de los demás pueblos. Nos limita el idioma restringiéndonos el pensamiento. Nos limita la religión que nos impide entender la fe ajena. Nos limita el carácter con un sinfín de prejuicios. El aislamiento es casi inevitable. No se comprenden los pueblos, ni las razas, ni las confesiones, ni los individuos porque todos están aislados y solo experimentan por separado una parte de la vida. Una parte de la realidad que cada uno considera como cierta. 

Sin embargo con la observación de la mente estamos cambiando esto. Si aprendemos a pensar,  estaremos ejercitando un cierto control sobre qué  y cómo hacerlo.   Cuanto más conocimiento adquiramos, más apriscos de la mente estaremos eliminando y menos nos identificaremos con ese ego perverso.

La mente contemplativa, al contrario que la egotista,  nos dice que respetemos  a las otras criaturas incluso de insectos o criaturas que no nos gustan. Aunque estas criaturas estén molestándome, tienen derecho a vivir. Así es la mente humana cuando reflexiona y lo mismo se aplica a los estados mentales desagradables. [xi]

La emoción, que constituye sufrimiento, deja de serlo tan pronto como  nos formamos una idea clara y precisa del mismo, dice Spinoza[xii]. Cuando al individuo le embarga una emoción negativa, el primer impulso es identificarse con ella y dejarse llevar. El camino debe ser todo lo contrario. En lugar de enfadarte obsérvate. Observa cómo se acelera el pulso, cómo se activa el sistema nervioso simpático  y cómo el elefante lo único que quiere es ponerse a dar trompazos a diestro y siniestro sin tener en cuenta las órdenes del jinete.[xiii] Observa todo eso y tómate tu tiempo para actuar.

El dolor es una reacción natural del cuerpo ante un suceso inesperado y molesto y desagradable. Si fallece un ser querido o si nos quedamos sin trabajo, es normal sentir cierto dolor. Este dolor muchas veces supone un  aprendizaje personal, algo legítimo y necesario para vivir. Desde el mismo momento en el que estamos expuestos a la vida, tenemos que aceptar que el dolor nos puede llegar en cualquier momento, lo queramos o no.  

En cambio, el sufrimiento es un estado que nosotros creamos como una resistencia a ese dolor. Sufrimos por lo que ha ocurrido o por lo que ocurrirá en el futuro. Sufrimos por nuestra interpretación de la vida, muchas veces distorsionando la realidad. Nos resistimos a aceptar el aprendizaje que nos deja el dolor aferrándonos a nuestras emociones negativas y eso hace que el sufrimiento pueda durar toda la vida, aunque el hecho que lo provocó ya haya pasado.

Schopenahuer, que iba un poco más allá,  postulaba que el conjunto de la existencia humana apunta al sufrimiento como verdadero rasgo determinante de la misma.[xiv]

Cuando nos sumimos en el sufrimiento, nos ponemos rápidamente en la posición de víctima. Sentimos que la vida no nos da lo que merecemos, nos sentimos débiles, impotentes o  echamos la culpa a otras personas de lo que nos pasa. Sufrir es más fácil que actuar, diría Bert Helliger

Séneca distinguía muy bien entre dolor y sufrimiento cuando  decía lo siguiente: Considera cuán vehementes son los sentimientos de los animales y sin embargo, cuán cortos. Cuando la fiera ha vuelto algunas veces a su guarida despoblada por el cazador, y siguiendo los rastros de sus cachorros, ha recorrido el bosque, en muy poco tiempo extingue su rabia.  Las aves lanzan agudos fritos alrededor de su despojado nido y en pocos momentos después se calman y emprenden el acostumbrado vuelo. Ningún animal lamenta por mucho tiempo la pérdida de sus hijos, si no es el hombre, que ayuda a su dolor, no siendo su aflicción como la experimenta sino como se la propone. […] El fuego quemará a todos, el hierro tendrá sobre todos los cuerpos su propiedad de cortar. Pero la pobreza, el luto o la ambición impresionan a unos y a otros según influye en ellos  la costumbre, haciéndonos débiles y cobardes.[xv]

Se suele atribuir a Nietzsche la frase lo que no te mata te hace más fuerte, aunque en realidad es una adaptación de la frase original: lo que no te mata te hiere de gravedad y te deja tan apaleado, que luego aceptas cualquier maltrato y te dices a ti mismo que eso te fortalece. [xvi] Por eso, la frase adaptada es solo es una verdad a medias. Para poder salir fortalecido de un hecho traumático  sin racionalizarlo es necesario un proceso paralelo de reflexión y aprendizaje que le otorgue sentido. Es necesario actuar y para ello debemos abrirnos al dolor, aceptarlo, expresarlo a otras personas si hace falta.

Muchas veces el dolor no es opcional, porque forma parte de la condición humana, pero es esa mente dualista la que crea el sufrimiento.

Los budistas utilizan la palabra dukkha para referirse a este sufrimiento, que significa incapaz de satisfacer. Algo que siempre está cambiando, incapaz de llenarnos completamente.[xvii] Ese sufrimiento que, empujaba a Miguel Ángel a un profundo estado de depresión continua y que, como veremos, el mismo efecto le producía al alemán Nietzsche.

***

El ego también tiene una relación directa con la felicidad. Filósofos, sacerdotes y poetas han tratado durante milenios el concepto de la felicidad y muchos de ellos han llegado a la conclusión de que los factores sociales o espirituales tienen tanto impacto sobre ella como los materiales. La felicidad mide un bienestar subjetivo, algo que sientes en tu interior o un placer inmediato y por lo tanto, no se puede medir desde fuera. Por ello, muchos de estos pensadores ya se dieron cuenta hace miles de años que, estar satisfecho con lo que se tiene es mucho más importante que obtener más de lo que se desea[xviii]. Todo aquel que elige lo segundo, es bastante probable que se mantenga en un estado de perpetua insatisfacción y por lo tanto, infelicidad.

            Schopenhauer argumentaba que la vida es como un péndulo que oscila entre dos extremos: el sufrimiento y el tedio. El querer y su satisfacción. Mientras queremos algo sufrimos por la carencia específica que aquello supone y cuando tal querer es satisfecho, surge algo peor que el malestar: el aburrimiento, el cual nos hace sentir el vacío de la voluntad desocupada. No obstante, la rueda de Ixión jamás se detiene, pronto aparecerá un nuevo deseo acompañado de un nuevo dolor. Y su satisfacción volverá a mostrarse vana para calmar la sed de voluntad. Una voluntad que nunca encuentra un objeto que satisfaga su querer porque, en realidad, no quiere nada y en el mundo fenoménico se limita a aparentar un querer. El dolor del mundo es, en último término, la manifestación del absurdo de una voluntad incapaz de querer.

Las personas se embarcan a menudo en una persecución compulsiva de gratificaciones para el ego  y de cosas con las cuales identificarse para llenar el vacío que sienten dentro. [xix]

Si eligen adorar el dinero y los bienes materiales nunca tendrán suficiente. Si eligen adorar su cuerpo siempre se verán feos. Si eligen venerar el poder terminarán débiles y cada día necesitarán más poder para no verse amenazados por los demás. Si eligen venerar su intelecto terminarán sintiéndose estúpidos. Lo más terrible de todas estas formas de adoración, no es que sean malas, sino que son automáticas. El funcionamiento por defecto.  Tener cosas, poder y estatus, puede sin lugar a dudas ayudar a las personas a llevar una vida más cómoda, pero no pueden darnos una vida más feliz. La felicidad, el verdadero gozo, viene del ser, no del tener.

Los seres humanos estamos hambrientos de tener. Tenemos hambre de aprobación, hambre de atención, hambre de afecto. Tenemos hambre de libertad para aceptar la vida, conocernos y ser realmente nosotros mismos. Pero esa hambre, atrae una serie de consecuencias asociadas, sobre todo si no se sabe gestionar bien y una de las consecuencias principales es nuestra propia victimización, que precisamente surge del miedo.

El victimismo procede del interior. Nadie puede convertirnos en víctimas excepto nosotros mismos.  Muchas veces, a través del sufrimiento,  nos aferramos a nuestra propia victimización y desarrollamos una mentalidad de víctima. Una forma de pensar rígida, culpabilizadora, pesimista, atrapada en el pasado, implacable y castigadora fuera de los límites saludables. El monólogo interior hace que nos convirtamos en nuestros propios carceleros

Me viene a la mente una frase de David Foster Wallace, en la que dice que no es casual que los adultos que se suicidan con un arma de fuego lo hagan apuntándose a la cabeza. Intentan liquidar al tirano[xx]. A esa mente que les empuja a la satisfacción inmediata de sus más primitivos impulsos

No sabemos a dónde vamos, no sabemos qué va a pasar pero nadie puede quitarnos aquello que ponemos en nuestra mente, ya sea bueno o malo.

Elige conscientemente en lo que prestar atención y en lo que centrar tus pensamientos, porque la libertad implica atención, conciencia y disciplina.


[i] El tercer chimpancé de Jared Diamond

[ii] Génesis en África de Robert Ardrey

[iii] Fragmento de Colapso, de Jared Diamond

[iv] Fragmento de El instinto del lenguaje, de Steven Pinker

[v] El tercer Chimpancé, de Jared Diamond

[vi] Fragmento de Colapso, de Jared Diamond

[vii] El tercer chimpancé de Jared Diamond

[viii] Extracto de la carta escrita por el jefe Seattle de la tribu duwanish de indios americanos al presidente Franklin Pierce en 1855 contenido en el libro, El tercer chimpancé, de Jared Diamond

[ix] Ibíd.

[x] Figes, O. (2009) Los que susurran. La represión en la Rusia de Stalin. Editora y Distribuidora Hispano Americana S.A.

[xi] Las cuatro nobles verdades del budismo

[xii] Spinoza, B (2011) Ética: demostrada según el orden geométrico. Alianza Editorial

[xiii] La parte racional de las personas es “el jinete“. Es quién toma las riendas y piensa a dónde ir. La otra parte, la emocional, es “el elefante“. Esta entente entre jinete y elefante es una propuesta del psicólogo Jonathan Haidt para entender el comportamiento humano

[xiv] El arte de sobrevivir, de Arthur Schopenhauer

[xv]  Carta de consolación a Marcia – Séneca

[xvi]  El crepúsculo de los ídolos. Nietzsche. 1889

[xvii] Tolle, E. (2013) El poder del ahora. Una guía para la iluminación espiritual. Gaia

[xviii] Harari, Y.N (2014) Sapiens. De animales a dioses: Una breve historia de la humanidad. Ed.1 Debate

[xix] Tolle, E. (2013) El poder del ahora. Una guía para la iluminación espiritual. Gaia

[xx] David Foster Wallade, Discurso de la ceremonia de graduación del Kenyon college (2005)

IT en la región nórdica y báltica

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Cambia tú para cambiar el mundo

El siguiente artículo es un fragmento de mi libro Homo Irrationalis

Antonio Pío fue el sucesor de Adriano como emperador. El título de Pío le fue dado a posteriori por el Senado quien también lo llamó Optimus prínceps, o el mejor de los príncipes. Incluso su sucesor Marco Aurelio, cuando no sabía muy bien qué decisión tomar se decía a sí mismo, haz en este caso lo que hubiera hecho Antonio.[i]     

            Cuando accedió al trono frisaba los cincuenta ya y su primer gesto fue ingresar su inmensa fortuna en las arcas del Estado. A su muerte, su patrimonio se reducía a cero pero  el de Imperio se elevaba a dos mil setecientos millones de sestercios, algo que no se volvería a alcanzar jamás.[ii]

            Cada gasto que hacía, por más insignificante que fuese, pedía autorización al Senado y de ese modo reordenó el Estado. Los derechos y deberes de los cónyuges fueron equiparados y la tortura prácticamente abolida. La muerte de un esclavo fue declarada delito.

            No hay escritor de la época que no haya ensalzado la tranquilidad de Antonio Pío. Tal fue su éxito que según Apiano, decenas de embajadores extranjeros querían entrevistarse con él para pedirle que sus territorios se anexionasen al Imperio. Este reinado feliz duró veintitrés años. El mundo estaba gobernado por un padre, escribía Renan.[iii]

            A su muerte lo sucedería un joven de tan solo dieciséis años. Marco Aurelio, el emperador filósofo, que continuaría su obra como una oleada de peste o las continuas guerras con los germanos. Después de Marco Aurelio, comenzaría la edad oscura en el más sentido estricto del imperio y la iniciaría su hijo Cómodo.

La visión Mahayana del mundo considera que ningún suceso puede existir independientemente del resto de sucesos o de cosas porque cada una de ellas depende de todos los demás. Todo lo que existe implica a todo lo demás y el conjunto de cosas depende de cada objeto  y suceso particular. Algo que la filosofía Zen se refiere como tomar una brizna de hierba y utilizarla como un buda de oro de cinco metros de altura.

            Para los budistas, el único hecho aislado que puede existir es  el que se compone con la totalidad de todos los demás. Por ello, sólo podremos conocernos a nosotros mismos en el trasfondo que nos proporciona la relación con el resto del mundo.[iv]

            En la tradición sánscrita, la perfección de la sabiduría es de tres tipos, la sabiduría que comprende el vacío, la que comprende el  conocimiento propiamente dicho y la de las habilidades necesarias para beneficiar a los demás seres sensibles que nos rodean[v].  La sabiduría que comprende el vacío se refiere a la sabiduría que se obtiene en el proceso de meditación, cuando  no hay trabas ni límites sobre el espacio. Meditando, la mente se encuentra en un vacío entendido como la ausencia de personas y fenómenos. Solo en ese vacío se puede alcanzar la sabiduría.

            Los budistas le dan especial énfasis en este tipo de  sabiduría del vacío porque sin ella, el hombre quedaría anclado en la continua rueda de reencarnaciones, conocida como Saṃsāra [vi]*. Atrapados en ese bucle, nuestra capacidad de beneficiar a los otros queda muy limitada. Si hasta ahora no has entendido mucho, no te preocupes que vamos a ir desarrollando las ideas poco a poco.

En verdad, vasta es la red táctica del gran Indra, poderosa de acción y tempestuosa de gran velocidad. Por esa red, oh Indra, salta sobre todos los enemigos para que ninguno de los enemigos pueda escapar del arresto y el castigo[vii]

Hace cinco mil años, los textos védicos contaban como Indra, el  dios de las fuerzas naturales que protegen y nutren la vida, estableció los cimientos del mundo en el Cielo Tushita. Para ello, colgó sobre su palacio, en el Monte Meru, una red de hilos de seda, como la tela de una araña que se extendiera hasta el infinito en todas direcciones. En cada nudo de la red puso una gema preciosa, que refleja en sus perfectas facetas a todas las demás gemas que cubren la red hasta el infinito. De ese modo, cada una de esas gemas reflejaba  en sí misma de manera fractal todas y cada una de las gemas  del inmenso tejido.[viii]

Cada persona, cada animal, cada árbol y cada planta de la creación es una de esas joyas. Cada idea o cada pensamiento que esté dentro de una persona se refleja en todo cuanto existe, por ello Buda dijo que aunque en tu pensamiento te veas como un ser independiente y separado del resto del mundo, en realidad formas parte de la existencia común de todo cuanto alguna vez haya sido. Jamás podrías existir en virtud de ti mismo, por ti solo, pues existes en virtud de la gloriosa existencia de todo cuanto hay a tu alrededor.[ix]

El ser humano ha crecido pensando en su propia individualidad. Desde que salió de las cavernas, de manera inmediata se quiso hacer con el control del universo que habitaba subyugando a todos los demás seres que encontraba a su paso. Quizá sin querer ver que cuando mataba a cualquier ser vivo para comérselo se estaba matando un poco a sí mismo.

Volvamos una vez más a las palabra de Buda, dentro de ti se refleja todo cuanto existe y todo cuanto ha existido alguna vez en el universo, y tú te reflejas a tu vez en todo cuanto existe. A cada instante, el mundo entero está dentro de ti y tú estás dentro de todo cuanto existe.[x] El mito de red de Indra ilumina una nueva comprensión del alma del mundo, de las relaciones y la comunicación humana[xi].

Cuando Europa fue atacada por los temibles vikingos durante la Edad Media, cada persona se vio obligada a velar por su propia seguridad y la de su familia. Para ello se agrupaban para defenderse bajo cualquier jefe local fuerte que estuviese dispuesto a combatir y prestase poca atención al distante rey que no podía hacer nada al respecto.

El rey carecía de ejército central y no podía viajar de un extremo a otro del país por lo que a la vez que el poder del rey disminuía, la prosperidad de Europa caía en picado de la misma manera. El comercio quedó reducido a la nada y cada propiedad tuvo que volverse autosuficiente de manera escasa y miserable, Las ciudades quedaron reducidas a las aldeas y solo unos pocos sacerdotes podían leer los pocos libros que quedaban. Comenzaba el feudalismo como hemos visto en el relato de Carlomagno.

El rey era consciente de todas las limitaciones a las que se enfrentaba   y decidió ponerles remedio. En Europa parecía que todo estaba muerto, pero algo sobrevivía bajo los escombros. El ingenio humano, lento pero inexorable nunca cesó su marcha. Unas pocas personas se negaron aceptar la oscuridad y decidieron encender un tímido faro que poco a poco se volvería más grande y una de ellas fue Carlomagno. 

Como veremos en capítulos posteriores, pocas décadas después de la muerte de Carlos se inventó el arado de vertedera, más adaptado al suelo pesado y húmedo del norte de Europa, entraron en uso las colleras y las herraduras y con todo esto, la agricultura comenzó a florecer de nuevo. Empezó a difundirse el uso del molino de agua lo que hasta el advenimiento de la máquina de vapor sería la fuerza motriz más importante.

Los hombres siguieron muriendo por las enfermedades, las guerras y el hambre pero el cambio que habían iniciado unos pocos hombres fue el viraje decisivo  para una gradual disipación de la oscuridad.

La inteligencia colectiva amplia la conciencia a lo largo de toda una cultura. Cuando una persona entiende esa compleja red de causa y efecto y transmite su conocimiento a los demás, esa comprensión acaba formando parte de la memoria grupal y la puede utilizar cualquier individuo que la necesite. [xii]

Esta inteligencia va creciendo poco a poco gracias a las contribuciones de todos los individuos que, como las joyas de la red de Indra,  se encargan de distribuirlas a todos los demás.

Coge una brizna de hierba, todos los mundos están contenidos en ella. Todo el cosmos está implícito en cada uno de sus miembros y cada aspecto de aquel debe ser considerado como su centro,  nos dice Alan Watts. 

Cuando una persona extiende la red de causas y efectos y transmite su conocimiento a los demás, esa comprensión acaba formando parte de la memoria grupal y puede ser utilizada por cualquier individuo que la necesite.  La inteligencia colectiva se empieza a distribuir entre amigos y familiares para terminar formando parte de toda la cultura y va creciendo con la contribución de cada individuo donde, al igual que la red de Indra, se ven reflejados todos los demás.

Este concepto, al que los estoicos  denominaban sympatheia, queda muy bien resumido en una frase de Marco Aurelio: Lo que no es bueno para la colmena no es bueno para la abeja.

Cuentan los historiadores que en una ocasión la ciudad de Éfeso estaba sufriendo un largo sitio por parte de los persas pero sus habitantes continuaban viviendo como si las provisiones no fueran a terminarse nunca. Cuando los víveres comenzaron a escasear, Heráclito, proveniente de una familia de notables y considerado persona culta,  intervino en la asamblea. Sin decir una sola palabra, cogió cebada triturada, la mezcló con agua y se la comió en medio de todos.  Los ciudadanos a partir de entonces comenzaron un periodo de austeridad que desalentó definitivamente a los persas. [xiii] Ese simple gesto bastó para que sus vecinos se dieran cuenta de que lo estaban haciendo mal y, con su ejemplo, cambió aquella realidad


[i] Historia de Roma, de Indro Montanelli

[ii] Ibíd.

[iii] Ibíd.

[iv] Budismo de Alan Watts

[v] Budismo, de Dalai Lama y Thubten Chodron

[vi] Saṃsāra es el ciclo de nacimiento, vida, muerte y encarnación en las tradiciones filosóficas de la India; en el hinduismo, budismo, jainismo, bön, sijismo y también en otras como el gnosticismo, los Rosacruces y otras religiones filosóficas antiguas del mundo

[vii] Atharva Veda versículo 8.8.6.

[viii] The Earth Stories Collection

[ix] Ibid.

[x] Ibíd.

[xi] La red de Inda, de Ascensión Belart

[xii] Fragmento de  Inteligencia ecológica, de Daniel Goleman

[xiii] Historia de la filosoría griega, Tomo 1, de Luciano de Crescenzo

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La sobreprotección de los niños

El siguiente capítulo es un fragmento de El día que el mundo cambió

El bisabuelo de Michel de Montaigne se casó con la mujer más rica de Burdeos, lo cual sentó las bases de la fortuna familiar.  Posteriormente compró el castillo donde vivirían al arzobispo de la ciudad por la suma de novecientos francos. Una fortuna para la época. Su hijo, el padre de nuestro protagonista,  se desposó con una noble con tan poco rancio abolengo como su padre.

Desde el instante del nacimiento de Montaigne, su padre tuvo claro que, de la misma manera que él había superado a su progenitor en formación, cultura y posición social su hijo debería superarlo a él.

Para ello, reflexionó a fondo sobre la educación que le debería de dar e invitó a sus eruditos amigos humanistas para consultarles respecto al mejor método con la intención de que, en el futuro, su hijo alcanzase un nivel extraordinario en el plano humano y social. Tras varias reuniones y no pocos quebraderos de cabeza, trazó el plan.

Montaigne es separado pronto de la cuna y del seno materno, y en lugar de seguir la costumbre aristocrática encargar su educación a una criada, es alejado del castillo familiar y confiado a unos pobres leñadores que vivían en un minúsculo caserío propiedad del señorío de los Montaigne.

Con ello, su padre no solo espera educar al niño en la frugalidad y la austeridad y fortalecer su cuerpo, sino que también quiere unir al niño con el pueblo, para evitar que su hijo se sienta desde el principio superior. Como vemos, todo lo contrario de lo que pretendía el padre de Buda.

Al cabo de tres años, el padre lleva a su hijo de nuevo al castillo. Siguiendo el consejo de sus sabios amigos, una vez vigorizado el cuerpo, era hora de flexibilizar el alma. Por lo que procuró que hasta los seis años no hablase otra lengua que no fuese latín, la pura lengua universal.[i]

Montaigne estuvo eternamente agradecido a su padre por haberlo liberado de prejuicios. Es preciso habituar al niño a la aspereza y fatiga de los ejercicios para acostumbrarle así a la pena y al sufrimiento de la dislocación, del cólico, cautiverio, prisión y tortura. Estos males pueden, según los tiempos, caer sobre los buenos como sobre los malos.[ii] Escribiría posteriormente.

Los animales domesticados son más infantiles, sociables y amables que sus ancestros salvajes Los ancestros de los perros, gatos, vacas y otros animales domésticos se fueron haciendo menos agresivos en la medida en la que se iban domesticando. De esa manera, pudieron modelar su carácter para convivir con el ser humano.

Los primeros homo sapiens sufrieron un proceso similar de domesticación cuando comenzaron a seleccionar amigos y compañeros en función de su capacidad para vivir dentro de una tribu. Al tener que reprimir alguno de sus instintos mediante una máscara que le propiciase la vida en sociedad, esto produjo, al igual que en los animales antes descritos, una serie de adaptaciones corporales tales como dientes y cuerpo más pequeños, menor instinto agresivo y mayor jovialidad.  [iii] A este proceso se denomina pedomorfia o neotenia.

En la cultura griega, romana y judaica, incluso en las tribus antiguas, el muchacho de doce o trece años era admitido en la comunidad como si se tratase de un hombre más. Hombre entre los hombres, guerrero entre los guerreros. Al contrario que en la pedagogía moderna, la adolescencia era un periodo que no existía.

En la actualidad, entre la niñez y la edad adulta se ha introducido ese periodo de adolescencia que muchas veces tiene un fin difuso. El infantilismo se prolonga mucho más de lo necesario a través de métodos artificiales y antinaturales. El niño crece en una sociedad que prima la sobreprotección de las personas y en este ambiente, el desarrollo no es completo. En consecuencia, todo adolescente se convierte, sin querer, en un nuevo servidor de esta cultura de la hipocresía.

La ignorancia engendra siempre dureza. Por ello, se manda contra los jóvenes una horda de pedagogos de nueva generación que, sin piedad, causa daños irreparables en sus almas infantiles con las eternas y autoritarias órdenes de dominarse, no hacer mucho ruido o protegerse con todo tipo accesorios que garanticen su seguridad. De este modo las mentes infantiles generan todo tipo de miedos que, al reprimirlos,  van degenerando en  problemas físicos y mentales. [iv]

Los niños tienen una curiosidad innata. Son como científicos que utilizan la lógica para experimentar y descubrir la verdad por sí mismos. Sin embargo, a medida que crecen, esa habilidad queda cercenada por el mundo social en el que se desenvuelven.

Desde la primera infancia, la mayoría de nosotros aprendimos que a nuestros padres no les gustaba que hiciéramos muchas preguntas y que sólo las figuras de autoridad, es decir, los adultos, tenían derecho a hacerlas. El resultado fue que dejamos de cuestionar las cosas y aceptamos lo que vimos, oímos y nos dijeron con mansedumbre aceptación. Lamentablemente, este enfoque funcionó bien en la era industrial, pero resulta inútil en la era del conocimiento, porque compromete nuestra capacidad de pensar y entender profundamente.

Vimos cómo el cerebro humano se desarrolló en un entorno donde se tenía que enfrentar a conflictos frecuentes y a menudo violentos. De esos conflictos, la neuroplasticidad del cerebro hace que este se vaya adaptando a ese tipo de estresores.

La sociedad actual es todo lo contrario. La ultraseguridad hace que se aísle a los niños en burbujas, tanto higiénicas, como de pensamiento y emocionales, lo cual hace que cuando tengan que enfrentarse  a cualquier problema de verdad, por mínimo que sea, no sepan. En consecuencia, cada vez proliferan más enfermedades como ansiedad y depresión a una edad cada vez más temprana y lo que es peor, cada vez se médica a niños más jóvenes contra estos trastornos.

Estos niños que crecen en un entorno donde se les ha dado todo en todo momento y, donde ni siquiera han tenido que escuchar nada incómodo, a menudo al crecer se convierten en seres inútiles y amargados, que se niegan a asumir cualquier tipo de responsabilidad y que, incapaces de  manejar su frustración, le  echan la culpa de todas sus males a otras personas.

Immanuele Kant nos ilustra de la siguiente manera: Si un niños hace en su casa lo que le viene en gana, se convertirá en un ser despótico, y al topar luego en la sociedad con una resistencia generalizada, a la que no está ni mucho menos acostumbrado, no le será útil la sociedad. Los árboles se disciplinan mutuamente en el bosque al buscar aire que les es necesario para su crecimiento, no junto a los otros, sino por encima de sí, allí donde no encuentran obstáculo alguno, creciendo de este modo derechos hacia lo alto. Por el contrario, un árbol en pleno campo, donde no se ve limitado por ningún otro, crece eternamente atrofiado y luego es demasiado tarde para disciplinarlo. Otro tanto ocurre con el hombre, Si se le disciplina pronto, crecerá derecho, de no hacerlo a tiempo, será un árbol achaparrado[v].

En Estados unidos durante la postguerra se produjo una gran explosión de natalidad      que desarrolló una crianza demasiado permisiva. Sus padres habían vivido la crueldad de la guerra y se habían criado en un entorno en el que tenían que luchar por su supervivencia, por ello querían que sus hijos tuviesen todo lo que a ellos les fue negado. En consecuencia, los niños establecían la orden del día y  rara vez se aplicaban las reglas.

Se consideraba cada vez más que los alborotadores eran rebeldes e inconformistas, o víctimas del racismo, la pobreza o los problemas familiares. Los vándalos grafiteros eran artistas, los ladrones, guerreros de clase y los gamberros de barrio, líderes de la comunidad. Esto llevó a que muchas personas inteligentes, embrutecidas por el entorno, hicieran cosas realmente estúpidas [vi]

El resultado fue unos individuos autoindulgentes, con un control de los impulsos limitado, baja tolerancia a la frustración y unas habilidades sociales mermadas, gracias a haber vivido una infancia libre de consecuencias. Pronto esos niños inventarían los años 60 con una juventud profundamente contestataria, lo que en su época equivalía a decir antibelicistas, anticapitalistas, opuestos al aburguesamiento y la mediocridad de la sociedad de consumo. Adolescentes eternamente frustrados, con problemas de ansiedad y con una baja gestión de emociones. No se sabe muy bien por qué, pero el movimiento de peace and love de la misma manera que vino, se fue sin dejar rastro.

En Europa, este movimiento alcanzó su máximo esplendor en 1968 con una serie de revueltas estudiantiles.  Los jóvenes, nacidos en torno a mediados de los años 40 consideraban a sus padres como  criminales de guerra por haber luchado en la Segunda Guerra Mundial y por ello los despreciaban. Esto terminó en una escalada de violencia amparada en ideología de corte socialista – comunista que se extendió, en mayor o menor medida, por varios países europeos.

Un padre edípico clásico es como la bruja de Hansel y Gretel. En este cuento, los dos niños  tienen una nueva madrastra que ordena a su marido que los abandone en el bosque. El hombre obedece y lleva a sus hijos  a lo más profundo del bosque. Abandonados a su suerte, los niños se encuentran con una casa hecha de golosinas y todo tipo de dulces. Ante tal tentación, acceden a ella, donde se encuentran a una anciana que resulta encantada de darles palmaditas en la cabeza, y acceder a todos su deseos de forma inmediata.

Ser tan servicial resulta darle hambre a la anciana, por lo que introduce a Hansel en una jaula para cebarlo. De manera astuta el niño consigue engañarla sacando un viejo hueso de pollo cada vez que la vieja bruja quiere palpar la textura deseada.

La espera puede con la anciana y prepara el horno para cocinar pero Gretel, a quien aparentemente no se le ha reducido a una sumisión absoluta. En un momento de descuido empuja a la amable anciana al interior del horno. [vii]

Hay muchos padres que no se dan cuenta que la sobreprotección excesiva mina el espíritu de los niños y destruye sus almas en desarrollo. La emoción soterrada por debajo de todo esto es que sobreprotegen a los niños por ellos mismos. Para intentar sanar emociones que surgen del ego, del miedo, de o de la ignorancia, utilizan patrones que han visto en sus padres.

En realidad, con este comportamiento, este padre o madre lo único que está haciendo es huir de sí mismo, de atender sus propias necesidades emocionales y volcando toda esta herida emocional en sus hijos a base de excesiva protección.

Esa sobreprotección deriva en adultos incorregibles y contestatarios que no dudan, de manera metafórica, en arrojar a sus progenitores al fuego, como hizo Gretel en el cuento.

La ultraseguridad coge a los niños, que son antifrágiles por naturaleza, y los convierte en adultos jóvenes más frágiles y con más ansiedad. Niños que salen al mundo pensando que están llenos de peligros, que el mal acecha a la vuelta de cualquier esquina. Algo para lo que han sido emocionalmente anulados desde pequeños, por criarlos en una burbuja de seguridad

A los niños les gustan las situaciones incómodas que les permiten desarrollarse. Cuando nos enfrentamos a un peligro y lo superamos con éxito, nuestro cerebro segrega dopamina como premio y nos sentimos bien. De lo contrario, si se les sobreprotege, fracasarán cuando les surja algo inesperado, peligroso y cargado de oportunidades.

El juego sin supervisión es vital para los niños. Un niño privado de juego o que no muestra interés en él, rara vez alcanza una vida adulta socialmente satisfactoria.

El juego además activa las vías dopaminérgicas. El psiquiatra Stuart Brown hizo hincapié en que lo opuesto al juego no es trabajar, sino la depresión. [viii]

Cuando las actividades supervisadas por los adultos desplazan el juego libre, los niños son menos propensos al arte de la asociación y por lo tanto a desarrollar el pensamiento crítico.

Muchos animales, cuando son cachorros, pelean con sus hermanos chocando sus cuernos o mordiéndose. Cuando el ser humano inventó el deporte, canalizó esa violencia hacia ese tipo de diversión lo que atrajo a chicos de todas las edades. La sociedad occidental ha llevado su aversión a la violencia cada vez más lejos y al estar prohibidos los tipos más tentadores de violencia, eso conduce, en su frustración,  al abuso escolar, las palizas, la intimidación o la simple agresión.

            Negar a un niño la libertad para explorar por su cuenta les quita importantes oportunidades de aprendizaje que les ayudan a desarrollar la independencia y la responsabilidad.

El cuerpo humano tiene receptores que perciben un daño potencial en los tejidos. Estos receptores son los llamados nociceptores y son muy importantes porque nos ayudan a detectar posibles peligros y los límites de nuestro cuerpo. Los niños pronto aprenden a moverse sin chocar porque, cada vez que se dan un golpe, se manda una señal al cerebro. De esa manera van mapeando dónde acaba su cuerpo, dónde empiezan otros objetos y la fuerza con la que pueden chocar con ellos. Lo mismo con la temperatura o con objetos que cortan o pinchan.[ix]

Los parques de ahora son prácticamente como quirófanos. El suelo es blando para que no se hagan daño. Han bajado los toboganes y la altura de los columpios y ahora son de plástico sin ningún tipo de arista que sobresalga. Todo ello en un ambiente inmaculado. Ningún niño podría hacerse daño aunque quisiera.

No se permite a los niños salir al sol por si cogen cáncer de piel, no se les permite jugar en la hierba por los bichos, no se les permite jugar con el agua por si se mojan y cogen frío. Han suprimido los balancines o les han puesto muelles para que el niño no se caiga cuando esté arriba. Se han suprimido todos los programas de televisión donde salgan niños subiéndose a árboles o montando en bici o triciclo sin casco y todo tipo de protectores. 

A esto le sumamos que cuando los niños llegan a casa, no es raro que sus padres tengan las esquinas cubiertas con espuma e instrumentos similares.  Esto anula la nocicepción, que es una de las principales fuentes de información sobre lo que es seguro y lo que no y hace que los niños aprendan a ignorar esas señales nociceptivas y a evitar la reacción del cerebro ante ellas.

El no suponer ningún reto, ningún estímulo, ni ningún peligro, pronto los niños terminan aburriéndose de los tan seguros columpios y hastiados buscan otras diversiones.  Pero ante esto están los padres edípicos, que les recuerdan aquellas cantinelas del ‘no corras no siendo que te vayas a caer’,  ‘no te acerques a ese perro no te vaya a morder’ o ‘cuidado con el bordillo a ver si te haces daño’. O peor aún, si el niño se da un golpe contra un banco por ejemplo, le echan la culpa al banco ‘banco malo’. Con esto, en la psique de los niños va quedando el mensaje de que ellos no son responsables de sus actos, siempre la culpa es de algo externo.

Impedir que los niños jueguen libremente supone una amenaza para las sociedades liberales. Con ello pasamos de un marco conceptual de “averiguar tú solo como se resuelve un conflicto” a “depender de una tercera persona para ello”.

Y peor aún, evitar por imposición que escuchen ideas con las que los padres no están de acuerdo, aparte de que eso no es educar, sino adoctrinar, atrofia el desarrollo del pensamiento crítico. La homogeneidad en los puntos de vista,  tanto políticos como de cualquier otra índole, hace a la comunidades más vulnerables al pensamiento de grupo y la ortodoxia lo que favorece comportamientos tribales como la caza de brujas cuando estas comunidades se sientan amenazadas desde fuera. Y la caza de brujas es lo que lleva, en última instancia a  comportamientos como la deskulakización en Rusia o el antisemitismo en Alemania.

Estos hechos parecen muy lejanos en el tiempo, pero la polaridad del pensamiento en especialmente en las universidades, está suponiendo un problema cada vez mayor en la sociedad actual. La adopción de las nuevas tecnologías en las que la comunicación es anónima favorece las cámaras de eco, donde la gente solo escucha o lee opiniones afines a sus pensamientos.

Las cámaras de eco funcionan como un amplificador de informaciones, que reafirman a los participantes sus creencias y censuran las versiones discordantes. Estas generan lo que se llama homofilia, que se traduce literalmente como amor a iguales, mediante la cual las personas solo se relacionan con aquellas otras con similitud de creencias.  

Las consecuencias de esto para las democracias pueden ser muy graves ya que se fomenta la polarización y la desinformación, generando mentes colmena.

Si los niños se acostumbran a que nada les perturbe y nada les pueda hacer daño, cuando la interacción con la sociedad se vuelva más áspera, de ello resultará un mundo con más conflictos y más violencia. Y cuando surgen los conflictos en un niño adulto que nunca se ha enfrentado a ellos, el primer instinto es apelar a un tercero para que ejerza coacción y resuelva los problemas que debería resolver por él mismo.[x]

Esto, huelga decir, que es un perfecto caldo de cultivo para todo tipo de ideologías fanáticas. La consecuencia final  es que la población queda reducida a un mero rebaño de animales tímidos y laboriosos cuyo pastor es el Gobierno, que rápidamente sale a ejercer esa labor de salvador.

Esto no es nada nuevo. Es algo que ha venido pasando desde la antigüedad. Séneca en su libro Sobre la Ira, dice  que lo necesario es, alejar a la infancia de toda adulación, que oiga la verdad, que algunas veces conozca el temor y siempre el respeto. Que rinda homenaje a la ancianidad, que nada consiga por la ira. Ofrézcasele cuando esté tranquilo aquello  que se le negó cuando lloraba. Que tenga en perspectiva y no en uso las riquezas paternas y que se le repruebe toda mala acción.

Estamos llegando a un punto en el que colegios y universidades de todo el mundo están favoreciendo la cultura del estudiante delator. Al igual que en Rusia o en China como vimos, los jóvenes están llegando a creer que el peligro está en todas las partes y que todo el mundo debe de estar alerta para denunciar a las autoridades del centro cualquier amenaza que sientan. Maestros que se creen con la autoridad moral de inculcar ideas políticas a los niños  fomentan el sentimiento de Nosotros contra Ellos y el miedo a ir en contra del pensamiento único campa a sus anchas en los centros. Eso hace que algunas universidades se hayan visto obligadas a cancelar conferencias que tenían programadas  al recibir todo tipo de amenazas o actos de violencia de los estudiantes llenos de odio.  Un odio alimentado por las distorsiones cognitivas a las que sufren y que nadie les ha enseñado a conocerlas ni a controlarlas.

La ultraseguridad está dando un duro golpe a la razón. Por ello,  ahora más que nunca es necesario enseñar a las nuevas generaciones los valores del humanismo.

Espero que, de vez en cuando, en los próximos años, os traten injustamente, para que así lleguéis a conocer el valor de la justicia. Espero que sufráis la traición, porque eso os enseñará la importancia de la lealtad. Lamento decirlo, pero espero que os sintáis solos de vez en cuando, para que no deis por seguros a vuestros amigos. De nuevo, os deseo mala suerte de vez en cuando, porque así seréis conscientes del papel que desempeña el azar en la vida y que el fracaso de los demás tampoco es completamente merecido. Y cuando perdáis, como os ocurrirá en algunas ocasiones, que de tanto en tanto vuestro adversario se regodee en vuestro fracaso. Es una forma de que entendáis la importancia de la deportividad. Espero que os ignoren, para que sepáis lo importante que es escuchar a los demás, y espero que sufráis el suficiente dolor para aprender a ser compasivos. Desee o no estas cosas, van a ocurrir. Y que saquéis provecho de ellas dependerá de vuestra capacidad de ver un mensaje en vuestras desgracias [xi] Estas fueron las palabras que pronunció el presidente del Tribunal Supremo de Estados Unidos John Roberts en el discurso de graduación de sus hijos y van más en línea con preparar al niño para el camino y no al contrario.

La antifragilidad es algo que no se enseña directamente, pero las persona deberían de tratar de darle a sus hijos, al igual que el padre de Montaigne, el regalo de la experiencia. Este regalo consiste en reconocer que los niños necesitan pasar algún tiempo sin ningún tipo de supervisión para poder aprender por ellos mismos los riesgos y practicar la gestión de cosas fundamentales como la frustración, el aburrimiento o los conflictos interpersonales.

De este modo, sentencia Montaigne: no es conveniente educar a los hijos en el regazo de sus padres. El amor de estos los enternece demasiado y hace flojos hasta los más prudentes. No son los padres capaces ni de castigar sus faltas, ni de verlos alimentarse groseramente,  como conviene que se haga. Tampoco podrían soportar el verlos sudorosos y polvorientos después de algún ejercicio rudo, ni que bebieran líquidos demasiado calientes o fríos, ni el verlos sobre un caballo indócil, ni frente a un tirador de florete o un boxeador. Tales ejercicios son el único medio de formar un hombre y ninguno hay que descuidar durante su juventud.[xii]

Si eres padre, pregúntate si quieres que tus hijos estén seguros o prefieres que se hagan fuertes.


[i] Zweig, S. (2010) Montgaigne. Acantilado

[ii] Montaigne, M. (2007) Los ensayos: según la edición de 1595 de Marie de Gournay. Ed. 1. Acantilado

[iii] Haidt, J. (2019) La mente de los justos. Planeta

[iv] Zweig, S. (2016) La curación por el espíritu (Mesmer, Baker-Eddy, Freud). Acantilado

[v] Lecciones de ética, de Kant

[vi] Pinker, S. (2012) Los ángeles que llevamos dentro: El declive de la violencia y sus implicaciones. Ediciones Paidós

[vii] Peterson, J.B. (2019) 12 reglas para vivir. Un antídoto contra el caos. Ed. 1. Planeta

[viii] Sapolsky, R. (2020) Compórtate. La biología que hay detrás de nuestros mejores y peores comportamientos. Capitan Swing

[ix] Ojeda, J. (2020) Tres pasos contra el sedentarismo. RBA Libros

[x] Haidt, J. y Lukianoff, G (2019) La transformación de la mente moderna. Planeta

[xi] Haidt, J. y Lukianoff, G (2019) La transformación de la mente moderna. Planeta

[xii] Montaigne, M. (2007) Los ensayos: según la edición de 1595 de Marie de Gournay. Ed. 1. Acantilado

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