NOTA: El texto que viene a continuación es un fragmento de mi libro El día que el mundo cambió, de la colección Atrévete a saber
Prometeo fue encadenado al monte Cáucaso como castigo de robar el fuego de los dioses. Diariamente, un águila le devoraba las entrañas durante el día y sus tejidos eran restituidos por la noche. En esa situación permaneció hasta que Hércules le liberó con el consentimiento de Zeus, quien combinaba en su ser la venganza y la compasión.
De la misma manera, el hombre que está preocupado todo el tiempo sobre el futuro, tiene su corazón el día entero amenazado por el temor de la muerte, de la pobreza y de otras calamidades, y no goza de reposo ni paz para su ansiedad, sino en el sueño. [i]
Somos totalmente ignorantes de casi todo lo que pensamos acerca del mundo y eso hace que sintamos un terrible miedo de nosotros mismos, lo que nos lleva a creer en todo tipo de ideas erróneas.
Muchas veces nuestro cerebro se convierte en una amenaza más letal para nosotros que cualquier criminal que podamos imaginar. Vivimos totalmente desconectados del momento presente, con una mente enfocada en un futuro que nos provoca ansiedad, pero sin dejar de mirar de reojo un pasado que, lo que nos produce depresión. Eso nos arroja a un constante estado de alteración nerviosa. Ansiedad y depresión evolucionaron por la misma razón que el dolor, porque en ciertos momentos era útil. El problema reside cuando nuestro cerebro pierde la capacidad de regular esas sensaciones desagradables. [ii]
El lóbulo frontal del cerebro media en la llamada función ejecutiva y tiene en cuenta bits de información, busca patrones y con la información recibida, escoge una acción estratégica. Eso hace que el ser humano sea experto en reconocer patrones en todo su entorno. Lo que normalmente se denomina intuición no es más que el resultado del trabajo de miles de millones de neuronas que calculan probabilidades en fracciones segundo. Este reconocimiento de patrones mediante algoritmos bioquímicos del cerebro dista mucho de ser perfecto, porque se basan en el ensayo y el error. Para ello utilizan una serie de sesgos y heurísticos más adaptados a la sabana africana como hemos visto, que a la jungla urbana [iii]
En un momento determinado de la evolución humana, ese reconocimiento de patrones suponía una ventaja evolutiva muy potente ya que podía indicarnos dónde podían estar las presas o los depredadores a ciertas horas del día o bajo ciertas condiciones. En ese mundo era mejor detectar patrones que no se encontraban en la realidad, que saltarse uno que sí y ser víctima de un depredador.
En el mundo moderno, no necesitamos esa búsqueda constante de patrones para asegurar nuestra supervivencia, pero el cerebro sigue con esa tendencia natural a encontrar asociaciones entre cosas que no están relacionadas pero pensamos que sí. [iv]
Esto nos lleva, por ejemplo, a que hagamos asociaciones entre cosas tan distintas como que un baile, un rezo o una figura de madera pueden hacer que llueva o salga el sol porque, en algún momento determinado así lo hizo, cuando en realidad los motivos eran totalmente aleatorios.
Estas supersticiones no son puramente humanas. A principios de los años cuarenta del siglo pasado, el psicólogo B.T. Skinner utilizando palomas demostró que los animales también pueden ser supersticiosos. Para ello colocó a ocho de estas aves en diversas cajas con un dispensador automático de comida.
Las palomas recibían alimento de manera totalmente aleatoria independientemente de lo que hiciesen, pero Skinner observó que cada una de las palomas desarrollaba una serie de conductas a la hora de recibir su comida. Una daba vueltas en el sentido contrario a las agujas del reloj alrededor de la caja, otra ponía la cabeza de una determinada manera, otra hacía sacudidas de cabeza raras… Tanto fue así que daba la impresión de que las palomas se comportaban de ese modo tan particular debido a que creían que su conducta provocaría la aparición de la comida. Nada más lejos de la realidad.
Este proceso fue bautizado por el psicólogo como condicionamiento operante y es una de las bases fundamentales de nuestro comportamiento.
Por primera vez de manera científica se estableció que el ser humano puede aprender a asociar cosas no relacionadas y a comportarse como si eso fuese real. Este tipo de comportamientos van desde deportistas que se ponen la misma ropa interior en los partidos, personas con algún tipo de Trastorno Obsesivo-Compulsivo que sienten la necesidad de hacer algún tipo de ritual antes, por ejemplo, de salir de casa, o gente que elige siempre los mismos números de la lotería. Incluso los fabricantes de máquinas tragaperras, amparándose en los estudios de Skiner y otros psicólogos del comportamiento, se dieron cuenta de que si los premios eran totalmente aleatorios la gente se volvía más adicta e introducía más dinero y durante más tiempo que si lo hacían siguiendo un patrón.
Este tipo de comportamientos supersticiosos nos da una cierta sensación de control sobre el mundo y muchas veces nuestras creencias vienen de la mano de las emociones asociadas a ellas, en lugar de la información disponible.
Nos gusta pensar que tenemos intuición, incluso que tenemos telepatía con cierta persona o algún tipo de poder especial, de modo que nos entusiasmamos cuando se dan coincidencias como que, justo cuando pasamos por al lado de una farola se encienda la luz o cuando estamos pensando en un amigo en ese momento nos llame o nos mande un mensaje, sentimos que hemos influido en esa aleatoriedad.
Al calor de todo este tipo de cuestiones, la filosofía, especialmente la griega, nació con el afán de darle un poco de rigor al discurso y para esclarecer nociones confusas en oposición al fomento de la retórica de la que hacían gala los sofistas. La hélade hizo de la civilización occidental un producto de la razón. En todas las demás civilizaciones, la razón siempre ha sido lacayo servil de la superstición, pero desde Sócrates, la aleatoriedad se ha visto mermada debido al auge de las ciencias matemáticas y la tendencia a la precisión terminológica. [v]
Las primeras religiones surgieron como una expresión de las leyes. Din significa Ley en hebreo y religión en árabe. Para los romanos la religión la constituían todo tipo de acontecimientos sociales y la palabra religio era lo contrario de superstitio. En el mundo antiguo, la ley cumplía su función al margen de cualquier tipo de ritual supersticioso. En un momento determinado, el cristianismo abandonó el ámbito puramente marcado por la ley para abrazar lo ceremonial y ritualista, incorporando buena parte de los ritos paganos del Levante y de Asia Menor.[vi]
Una característica que diferencia al homo sapiens del resto de animales es que es esencialmente grupal. En la naturaleza, la manada nos daba seguridad y protección y por eso ahora nos encanta unirnos a grupos, peñas o clubes para asumir su identidad para conseguir objetivos comunes, aunque eso implique trabajar codo con codo con gente que no conocemos de nada. Gran parte de este gregarismo humano y sus orígenes se puede entender desde el punto de vista de la religión o la política. [vii]
Los judíos medievales que eran desterrados poseían como talismán la confianza absoluta en su Dios. Cuando se los arrojaba a la hoguera apretaban contra su pecho las Sagradas Escrituras y con ese fuego interior no sentían tanto el ardor de las llamas. Cuando se les perseguía siempre les quedaba la última patria, la de Dios, de la que no podía expulsar ningún poder terrenal. Mientras la religión los mantenía unidos eran una comunidad y por lo tanto una fuerza. [viii]
A falta de una moral propia, las religiones proporcionan al individuo todo un sistema moral basado en sus principios. Estos principios hacen que la unión de individuos que no se conocen de nada empiecen a cooperar juntos a través de un conjunto de instituciones que influyen en su comportamiento. Es lo que nos diferencia de los primates y otros animales y lo que hizo que el homo sapiens se pusiera por encima de otros homínidos como el Neandertal, ganando la batalla al resto de especies del género homo.[ix]
Pedirle a la gente que abandone toda pertenencia al sistema de creencias religiosas y que se entregue a lo puramente racional sería como pedirle a un animal carnívoro y salvaje que se olvide de su instinto de matar a otros animales para comérselos, dice Noah Harari. [x]
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En el punto más alto de las instituciones creadas por el hombre se encuentra el sistema económico que rige su vida. Este incluye todo tipo de comercio, mercados, relaciones con el estado u organismos reguladores, intercambios entre particulares, etcétera.
El sistema económico mundial, al igual que el ser humano, es un sistema tremendamente complejo. También es un sistema caótico, basado en el comportamiento humano y por lo tanto, totalmente impredecible tanto a corto como a largo plazo. La muestra está en que los mayores bancos de inversión del mundo gastan cantidades ingentes de dinero en algoritmos para predecir hacia a dónde irá el mercado y fallan más que una escopeta de feria.
Resultaría demasiado complicado, por no decir imposible, comprender cómo funciona la economía global. Más aún en la época en la que vivimos, cuando cada segundo se intercambia una cantidad enorme de información en forma de bits.
Esa información, en su mayoría (y de momento) proviene de seres humanos, cada uno, en su complejidad, con sus sesgos y heurísticos y, como tal, está totalmente supeditada a un sinfín de sistemas complejos incontrolables.
Ante tal complejidad que se escapa a nuestro entendimiento, y nuevamente intentando buscar esa certidumbre a la que agarrarnos en un océano de ignorancia, nos es mucho más fácil imaginar que hay un grupo de multimillonarios que mueven los hilos detrás del escenario, que controlan los medios de comunicación y que fomentan guerras para enriquecerse. Casi siempre, esto es una fantasía sin fundamento, destacando las palabras casi siempre.
El mundo contemporáneo es demasiado complicado no solo para nuestro sentido de la justicia, sino también para nuestras capacidades de gestión.Rudy Rucker dice nuestro método de predicción implica una simulación mental de nuestra propia persona, construyéndose así un modelo mental que genera sus resultados a menor velocidad que uno mismo y no podemos encaramarnos sobre nuestros propios hombros.[xi]
Nadie (incluyendo multimillonarios, la CIA, los francmasones, los sabios de Sión…) comprende bien lo que ocurre en el planeta de modo quenadie es capaz de mover efectivamente los hilos. [xii] Y por supuesto, ningún ordenador cuántico va a desarrollar un algoritmo capaz de predecir el comportamiento humano. La aceptación de que nos es imposible predecir hacia a dónde va el mundo e igualmente controlarlo, puede constituir un motivo de liberación y paz interior.
Las teorías de la conspiración cubren diferentes requerimientos. Ante la necesidad acuciante de entender nuestro entorno, esas teorías ofrecen explicaciones para cosas que no entendemos, con el aliciente de que no son falsables con facilidad, con lo cual, son idóneas para nuestro sesgo de confirmación.
Del mismo modo, estas teorías te hacen sentir parte de otro club. El club de la gente lista, de la gente despierta, que no se deja engañar por las elites, muy diferente la masa aborregada que no ve más allá de sus propias narices. En esta falsa ilusión de control donde tiendes a olvidar que estás cayendo en tus propios sesgos, porque reduces la disonancia entre cómo debería ser el mundo y cómo es en realidad. [xiii]
Sé que es mucho más fácil creer que tu vida no es lo que tú querrías porque hay poderes ocultos que conspiran contra ti. Sé que es mucho más complicado aceptar que las cosas son así por una serie de factores complejos entrelazados, muchos de los cuales ni controlas ni comprendes.[xiv] Pero cuando escuches una teoría de estas, piensa en los incentivos que hay detrás. Piensa que es mucho más fácil venderle a la gente noticias negativas o sumirlos permanentemente en un estado de miedo constante. Piensa que cada click que haces en una de esas noticias, página web o vídeo, se traduce en dinero para su creador. Ese es el incentivo perverso.
Una de las ideas comunes cuando hablamos de teoría de la conspiración es la pomposa frase de “el nuevo orden mundial”. Personalmente le cambiaría el nombre por otro más adecuado como, por ejemplo “el cíclico orden mundial” o “el más de lo mismo orden mundial” haciendo referencia a que todos los puntos de esta teoría, como la eliminación de la familia, el culto al estado, la supresión de la religiosidad o la anulación del individuo como ser individual es a lo que han aspirado, como hemos visto, todo tipo de tiranos y autócratas a lo largo de la historia de la humanidad.
Ya a finales del siglo XII Gengis Kan y su ejército, instintivamente sabían que para construir grandes imperios primero debían dispersar a los pueblos sometidos a través del territorio mongol. Con ello debilitaban los lazos lingüísticos, familiares e identitarios y eso contribuía al proceso de asimilación. Incluso introdujeron nuevos nombres que venían a sustituir etiquetas éticas para subrayar la nueva forma de hacer las cosas.
Engels en el origen de la familia, la propiedad y el estado, dice que la familia es la derrota del sexo femenino y que la victoria del comunismo será un retorno al feminismo, donde en lugar de monogamia impuesta habrá relaciones más espontáneas.
La familia fue el primer escenario al que los bolcheviques dirigieron su lucha. En su mundo ideal, la familia era perjudicial para la sociedad porque miraba dentro de sí misma y era conservadora. Un bastión para la religiosidad, la superstición, la ignorancia y prejuicio y alentaba el egoísmo y la codicia material oprimiendo a mujeres y niños. Los bolcheviques esperaban que la familia fuera sustituida por el estado, como responsable de todas las funciones básicas del hogar. De ese modo, la mujer se vería liberada del hogar (pasando a trabajar en las fábricas como una más) y el matrimonio patriarcal sería reemplazado por uniones amorosas libres. Aspiraban a una sociedad donde todo era compartido por los habitantes, incluso la ropa y la ropa interior.[xv]
Eliminada esa influencia de la iglesia sobre el matrimonio, el divorcio sería un mero trámite, lo que provocó que el índice de divorcios fuera el más alto a nivel mundial en esa época.
Muchos bolcheviques abrazaban la libertad sexual como la pura esencia de la “modernidad soviética”.
El culto a las posesiones era algo que esclavizaba a la gente y por ello, el estilo de vida simple era la manera de liberarse de la sociedad burguesa. Tanto consiguieron liberarse de la sociedad burguesa y tan simple se volvió su estilo de vida, que nadie tenía nada. Pero eso ya lo vimos.
Al igual que en la novela de Ayn Rand la palabra yo debía desaparecer del vocabulario, viéndose sustituida por nosotros, en Rusia desde la más tierna infancia se invitaba a los niños a redactar denuncias contra sus compañeros e incluso se celebraban juicios en el aula (lo que en los años del Gran Terror sería una norma en la vida adulta, junto con las detenciones y asesinatos totalmente aleatorios)
Una década después el discurso cambió. Stalin se dio cuenta que alentando los divorcios y destruyendo la familia, la gente no tenía hijos y, en consecuencia, ponía en jaque la provisión de mano de obra y poderío militar del futuro. A parte de ello, con los divorcios había proliferado el abandono infantil cuyas consecuencias debía afrontar el estado.
A partir de ese momento la vida privada más allá del control del estado fue promovida activamente. El matrimonio se convirtió en una ceremonia glamurosa y el régimen promovía el retorno al hogar y las relaciones familiares tradicionales. Se elevaron sustancialmente las tasas y los requisitos del divorcio, aumentaron los subsidios por hijo y se favoreció el retorno a las conductas sexuales más conservadoras. Incluso después de 1944 se devolvieron las costumbres religiosas y volvieron a bautizar a los niños. [xvi]
Las ideas conspiranoicas en torno la familia, el fomento del ciudadano delator, la sexualidad, o el ataque a la religiosidad de las personas parece que no son nada nuevas. Lo único que nos ayudará a cambiar la ignorancia por lucidez será el conocimiento de la historia. Si estudiamos el pasado, podremos identificar todas estas cantinelas de los testigos del nuevo orden mundial o el ulular de los fanáticos.
Seguramente no podemos alcanzar una racionalidad perfecta, porque nuestra capacidad sensorial es limitada y no podemos percibir todo lo que nos rodea. Nuestra atención es finita y sentimos emociones que modifican nuestra conducta.
Habrá veces que caigamos en informaciones sesgadas de manera inevitable o que saquemos conclusiones incorrectas. Tener sesgos, fiarnos de los heurísticos o mantener nuestras ideas a toda costa nos convierte en humanos. Si no, seríamos como robots lógicos mucho más parecidos los unos a los otros. Aceptar la existencia de estos sesgos, tanto propios como ajenos es lo que nos convierte en mejores humanos.
Aprendamos a aceptar la aleatoriedad y la no linealidad[xvii] de los sucesos. Aprendamos a beneficiarnos de esa aleatoriedad, como dice Taleb en su obra, en lugar de refugiarnos en la seguridad de los rincones de nuestro cerebro. Aprendamos a beneficiarnos de la volatilidad y la variabilidad, en lugar de buscar seguridad y certidumbre.
La aleatoriedad es la responsable de que la vida sea ingobernable. Más allá de procurarnos algunos niveles básicos de bienestar o de intentar favorecer a que la suerte vaya en la dirección que queremos, empeñarnos en controlarla es declararle la guerra a la realidad. [xviii]
Aquél que dijo “más vale tener suerte que talento“, conocía la esencia de la vida. La gente tiene miedo a reconocer que gran parte de la vida depende de la suerte. Asusta pensar cuántas cosas escapan a nuestro control. En un partido hay momentos en que la pelota golpea con el borde de la red, y durante una fracción de segundo puede seguir hacia delante o hacia detrás. Con un poco de suerte sigue hacia delante y ganas, o no lo hace y pierdes.[xix]
[i] Fragmento de Leviatán, de Thomas Hobbes
[ii] Váquez, M (2021) Saludable Mente. Hábitos para optimizar tu cerebro y mejorar tu salud a cualquier edad. Grijalbo
[iii] Harari Y.N. (2018) 21 lecciones para el siglo XXI. Debate
[iv] Nogueras, R. (2020) Por qué creemos en mierdas. Cómo nos engañamos a nosotros mismos. Kailas
[v] Taleb, N (2019) Jugarse la piel. Asimetrías ocultas en la vida cotidiana. Planeta
[vi] Taleb, N (2019) Jugarse la piel. Asimetrías ocultas en la vida cotidiana. Planeta
[vii] Haidt, J. (2019) La mente de los justos. Por qué la política y la religión dividen a la gente sensata. Deusto
[viii] Zweig, S. (2012) El mundo de ayer. Memorias de un europeo. Ed. 1. Acantilado
[ix] Harari, Y.N (2014) Sapiens. De animales a dioses: Una breve historia de la humanidad. Ed.1 Debate
[x] Ibíd.
[xi] Fragmento de Rusy Rucker en el libro “Este libro te hará más Inteligente” de John Brockman. Cuando dice el autor que no podemos encaramarnos sobre nuestros propios hombros hace referencia a la frase de Newton, ya utilizada en este libro, “subirse a hombros de gigantes” en el sentido de apalancarse en el conocimiento de otras personas
[xii] Harari Y.N. (2018) 21 lecciones para el siglo XXI. Debate
[xiii] Nogueras, R. (2020) Por qué creemos en mierdas. Cómo nos engañamos a nosotros mismos. Kailas
[xiv] Ibíd.
[xv] Figes, O. (2009) Los que susurran. La represión en la Rusia de Stalin. Editora y Distribuidora Hispano Americana S.A.
[xvi] Figes, O. (2009) Los que susurran. La represión en la Rusia de Stalin. Editora y Distribuidora Hispano Americana S.A.
[xvii] La no linealidad en palabras de Taleb se refiere por ejemplo que al duplicar la dosis de una medicación o el número de empleados de una fábrica, el efecto que obtenemos es mucho más del doble que el efecto inicial. Al aplicarlo a la vida se refiere a que los sucesos aleatorios e incontrolados, si sabemos aprovecharlos, pueden catapultarnos hacia un éxito, no en línea recta sino en parábola.
[xviii] Podcast Kaizen – Jaime Rodríguez de Santiago “#100 En busca de la felicidad”
[xix] ‘Match Point’ (2005). Woody Allen.