Se ha escrito mucho sobre finanzas del comportamiento y no pretendo que esto sea un artículo super largo. Si quieres ahondar más abajo te dejaré una serie de libros muy interesantes a los que puedes acudir.
El primer concepto que tienes que tener claro es que si no dominas a tu mente, esta te dominará a ti. El secreto para vivir una vida tranquila y plena es controlar tu cerebro ya que este va a determinar si vas a disfrutar de un bonito estado de ánimo o si, por el contrario, vas a sumergirte en un estado de sufrimiento el resto de tus días.
El problema es que el cerebro humano no ha sido diseñado para que nos sintamos felices o satisfechos. Su único propósito es la supervivencia. Durante toda su evolución a lo largo de miles de años siempre ha estado más atento a aquello que nos puede hacer daño, para que, una vez identificado corramos para ponernos a salvo. Por eso cuando las cosas no nos salen como queremos tendemos a quejarnos, dejamos de ser felices y nos sumergimos en un estado de sufrimiento.
Es importante saber cómo funciona nuestra mente y también saber de qué manera nos pueden influir ciertos condicionantes externos. El cerebro es el órgano que más energía consume del cuerpo. Por ello es vago por naturaleza y tiende a adoptar comportamientos que impliquen un ahorro de esa energía llegando incluso a distorsionar la realidad para adaptarla a lo que piensa que es correcto. Para ello crea ciertos atajos mentales.
Los atajos mentales son historias que se crea el cerebro para dotar de sentido algo que no lo tiene y por eso es peligroso dejarse llevar por estas heurísticas. Para el cerebro es mucho más eficiente desde el punto de vista energético andar en piloto automático y solo cuando la respuesta no es automática acceder a tu parte consciente. El problema es que el 95 por ciento de las decisiones que se toman son en piloto automático.
El efecto manada es muy poderoso a la hora de tomar todo tipo de decisiones. Por eso, atreverse a pensar y a actuar de acuerdo con tus principios implica independencia. Si careces de esa independencia es que la sociedad en la que vives, la empresa en la que trabajas o la familia con la que vives tienen una marcada traza totalitaria. Nadie tiene la verdad absoluta porque nadie percibe la realidad tal y como es, todo son interpretaciones de la mente y/o engaños de la misma.
Daniel Kahneman en su libro “Pensar rápido, pensar despacio” hace referencia a dos sistemas de pensamiento.
Resumiéndolo mucho, sistema 1 es reactivo, rápido y consume poca energía. Es el piloto automático del que hablábamos antes. Actúa cuando tomas una decisión sin pensarlo mucho. No requiere mucho esfuerzo y puede prestarse a errores. Es lo que determina nuestra primera reacción hacia cualquier situación. En este sistema es donde nacen los sesgos cognitivos, que son heurísticas o atajos de la mente que nos permiten funcionar con fluidez y eficacia, aunque a veces nos llevan a cometer errores graves.
El sistema 2 por el contrario, que es lo que normalmente llamamos pensamiento o razonamiento. Es más lento, vago y consume muchos recursos. Es razonado, lógico y autoconsciente.
Freud hace la misma separación comparándolo con un elefante y un jinete. El Elefante es grande, fuerte e impulsivo, y el jinete es astuto, pero muy pequeño y débil en comparación.

Debido a su inteligencia, el jinete sabe cómo situarse a lomo del Elefante para dirigirlo, sujeta las riendas y parece llevar la voz cantante pero, dada su diferencia de tamaño, su control no deja de ser precario, débil e inestable, y cada vez que el enorme elefante se rebele contra el Jinete, y quiera tomar otra dirección, el jinete perderá.
Nuestro Elefante, o lado emocional e instintivo, es perezoso y caprichoso, busca la gratificación inmediata (una pizza) ante la necesidad a largo plazo (perder peso). Es el cerebro límbico que compartimos con los animales. El cerebro que ordena a un ciervo correr porque ha advertido un peligro aunque a veces corra directamente hacia una carretera llena de coches. Normalmente cuando no cumplimos nuestro propósito, suele ser culpa de ese elefante. El jinete acaba exhausto de intentar conducir al elefante por donde no quiere pasar.
No todo es malo en nuestro elefante, también tiene cosas muy buenas. Por ejemplo, es determinado y si de verdad está convencido de algo lo consigue, porque energía no le falta. Tiene sentimientos nobles como la solidaridad, el afecto, la pasión…
El jinete, que representa la corteza prefrontal, que es la parte más evolucionada del cerebro y que nos diferencia de los animales, es planificador. Es lo que hace cuestionar el primer impulso animal de lanzarte contra el tráfico en una situación de peligro y discrepar de él. Le encanta el largo plazo, analizar y evaluar la mejor opción en todo, pero muchas veces pretende cosas que son demasiado ambiciosas o distintas. El elefante es un animal de hábitos, no le gustan los cambios, y menos con prisas. El jinete necesita su tiempo y muchas razones para hacer algo distinto a lo habitual.
Es importante conocer esos sesgos cognitivos con los que la mente intenta engañarnos haciéndose atajos propios del sistema 1. No por eliminarlos, ya que es algo propiamente humano y en ocasiones pueden actuar en nuestro favor, sino para reconocer cuando el elefante nos está llevando de manera automática por donde no queremos e intentar frenarlo. Además también te ayudarán a comprender como actúan las personas y por qué, lo cual es muy interesante a la hora de analizar el comportamiento del mercado.
Dominar las emociones es algo muy importante que tenemos que desarrollar a lo largo de nuestra vida, pero a la hora de invertir , esa importancia aumenta de manera exponencial. Si tomamos decisiones a través de un método racional podremos equivocarnos, pero si en lugar de ello nos dejamos guiar por nuestras emociones, las probabilidades de cometer errores son enormes.
Algo que suele suceder al inversor novel es que cuando adquiere unos mínimos conocimientos tiene una falsa ilusión de superioridad. Esto es un fenómeno psicológico conocido como Dunning Kruger, por el cual las personas con menor formación y conocimientos tienden a sobreestimar sus cualidades mientras que las más preparadas se sienten menos competentes. En palabras de Charles Darwin, la ignorancia genera más confianza que el conocimiento. A medida que vas avanzando, te das cuenta de lo poco que sabes en realidad y cuanto más aprendes, más te queda por aprender.

El efecto Duning Krugger nos lleva a un sesgo de disconformidad por el cual los seres humanos tendemos a descartar y criticar negativa e incluso despectivamente todo aquello que no va acorde con lo que pensamos o contradice nuestras ideas mientras que aceptamos fácilmente todo lo que las valida. Esto se ha vuelto especialmente peligroso en un mundo de redes sociales, donde nos creamos cámaras de eco y pensamos que todo el mundo a nuestro alrededor valida nuestros pensamientos y creencias sobre algo. Por ello es necesario exponerse constantemente a ideas que van totalmente en contra de las nuestras para pensar “fuera de la caja” y fomentar el pensamiento crítico o también llamado, pensamiento de segundo nivel.
ALGUNOS SESGOS IMPORTANTES

Han identificado más de 40 sesgos cognitivos. No es propósito de este artículo desarrollarlos todos, pero sí algunos de los más importantes que pueden afectarnos a la hora de invertir.
Cuando todos vuestros amigos estén invirtiendo en un área determinada, cuando las páginas de los periódicos especializados rebosen de información de una empresa en particulas o cuando las redes sociales vayan en una dirección determinada, en definitiva, cuando “todo el mundo” sepa que algo es un buen negocio, ponte en guardia. Aprende a identificar la sabiduría convencional del momento para que puedas ignorarla. En otras palabras, evita el FOMO (fear of missing out) o ese miedo a perdértelo porque todo parece que todo el mundo esta avanzando en esa dirección. Como he dicho arriba, el pensamiento de segundo nivel es de vital importancia a la hora de invertir.
Si no entiendes algo de una empresa colócala en el montón de los “no, gracias” y no te quedes con la sensación de que no eres lo bastante inteligente para descifrarla. Muchos inversores profesionales han cometido errores garrafales por esto mismo. Cuando elijas una buena empresa, piensa ante todo que la inversión a largo plazo es como volar en avión. Por mucho que encuentres algunas turbulencias, si el avión está en buen estado, no tienes motivos por los que asustarte.
En ocasiones la masa en agregado puede tener razón, en otras, puede que se equivoque. Aquí no se trata de ser “contrarian” porque sí, sino de analizar todas las opciones y sacar tus propias conclusiones.
El sesgo de anclaje muchas veces es también el causante de perder grandes cantidades de dinero. Sobre todo para inversores principiantes, es común que cuando compran una acción y cae mucho, al ser principiantes y no haber realizado el correcto análisis de la misma, tienden a pensar que la venderán sí y solo sí vuelve al precio al que compraron. Esto es un error de base ya que si conoces la empresa y sabes por qué ha caido, quizá lo más lógico sea vender (o comprar más si es que el mercado ha sobrer reaccionado ante alguna noticia que luego no le vaya a afectar tanto).
Conociendo tus posiciones, en situaciones de estres, como mínimo debes aprender a controlar el pánico, a no venderlo todo a la mínima que algo se tuerce y a ser fiel a tus ideas. Lo que distingue a un profesional de un aficionado es que el primero sabe que los mercados bajistas forman parte de la vida inversora. Una corrección en bolsa no es algo anómalo sino todo lo contrario, es lo más habitual. Piensa que no hay forma de evitar sus efectos pero sí de minimizarlos. En las epocas de vacas flacas los profesionales aguantan hasta el final mientras que los aficionados, materializan sus pérdidas y abandonan a la primera de cambio.
Esto es importante, por eso lo voy a poner en negrita. Si algo de lo que llevas en cartera te impide dormir bien cada noche, vendelo inmediatamente. Si es toda la cartera, vendela y dedicate a otra cosa.
Cuando buscamos un beneficio o placer inmediato a corto plazo en lugar de esperar al largo plazo para un beneficio mayor estamos cayendo en el Sesgo de descuento hiperbólico. Existe una fuerte presion social por parte de amigos y colegas para potenciar el rendimiento a corto plazo. Incluso desarrollando las habilidades analiticas para identificar empresas ganadoras no es facil tener la disposición psicológica para tener acciones por periodos prolongados. Esto nos lleva a pensar que la inversión a largo plazo funciona porque la competencia por obtener informaciópn valiosa es menor.
Muchas veces nos fijamos en carteras de inversores profesionales o repetimos sus frases como mantras apelando al sesgo de autoridad. Con ello muchas personas supeditan sus análisis a lo que han dicho estos gurus y normalmente volvemos al sesgo de anclaje. Si cae la acción no saben por qué, se ponen nerviosos y venden. La unica frase cierta que oiras es que “nadie sabe nada”, de ningún tema, por mucho sesgo de autoridad que pueda tener
Ten en cuenta que el resto de la gente nos está coaccionando de manera constante simplemente con el hecho de expresar sus pensamientos sobre alguien o sobre algo sin que ni siquiera haya la necesidad de ofrecer una razón de peso, simplemente por persuasión social. Todos solemos creer que
nuestra moral interna trabaja libremente según nuestros pensamientos pero, la verdad es que la psicología social demuestra que la sociedad ejerce una fuerza tan poderosa que es capaz de hacer incluso que la crueldad parezca aceptable y que el altruismo parezca vergonzoso.
El siguiente error que se da en los inversores aficionados es dar por sentado que el pasado inmediato puede predecir el futuro (sesgo de inmediatez). ¿Cuantos adivinos conoces que les haya tocado la lotería? El futuro no es más que una proyección que hacemos los seres humanos en base a acontecimientos pasados, pero, como repite Taleb ad nauseam en sus libros, no hay que menospreciar el azar y los eventos aleatorios. Algunas veces pensamos falsamente que podemos tener control sobre estos eventos, como cuando elegimos concienzudamente los números de la lotería en base a sabe dios qué patrón. Esto se llama sesgo de ilusión de control
Ten por seguro que cada mes, trimestre, año, década…habra una o dos clases de activos que lamentaras profundamente no haber comprado en mayor proporción y otro par de ellos que desearías no haberle hechado el ojo nunca. Esto no va de no equivocarse, sino de aprender para minimizar las perdidas. Un consejo importante que puedo darte es que a veces el no hacer nada es la mejor opcion.
Estos son unos pequeños ejemplos de sesgos para comprender cono funciona nuestra mente. Si sucumbes a tu parte emocional, la parte racional se vuelve esclava de la otra y deriva en todo tipo de adicciones tanto físicas como psicológicas (necesidad de aprobación, afan de notoriedad, ego…). En realidad una persona adicta a algo es una persona sin identidad individual y es incapaz de cambiar de opinión. Los grandes líderes de masas se basan en este tipo de premisas tratando de influir en tu elefante y anular completamente al jinete. La clave es buscar una relación equilibrada con el elefante. Al final eres el resultado de la relación que existe entre tu parte emocional y tu parte racional y este resultado va variando con el tiempo ya que todos nos movemos por creencias.
De todo este capítulo quiero que te quedes con una idea fundamental. Ante una inversión, toma la actitud de que si se cumple tu tesis entonces ganas y si no se cumple aprendes.
Libros recomendados
- El cerebro del inversor – Pedro Bermejo
- Pensar rápido, pensar despacio – Daniel khaneman
- El cisne negro – Nassim taleb
- Psicología financiera – James Montier
- La educación deun inversor en valor – Guy Spier
Está muy bien pero el problema no es que lo olvidemos es que, por una razón extraña que desconozco, no lo hacemos por más que leamos, nos repitan, asumamos, etc. todos estos sesgos.
Cada uno, con el tiempo, llega a saber “de qué pie cojea”. A mi me va muy bien “contar hasta 10 y hasta 1000 si es posible” antes de tomar una decisión de compra, a veces me parece que me lleva “la ilusión” (totalmente irracional y estúpido: ¡ilusión por comprar una acción!). Pese a saberlo, a veces, no siempre, se me olvida “contar”.