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La personalidad y la sombra

El siguiente artículo es un fragmento de mi último libro Homo irrationalis

Cuando quieras ser religioso tendrás que abandonar todas las religiones, cuando quieras relacionarte con Dios, tendrás que abandonar todas las ideologías sobre Dios, cuando quieras saber quién eres, tendrás que abandonar todas las respuestas que te han dado. Tienes que quemar todo lo que te han prestado. Ni el Corán, ni el Dhammapada, ni la Biblia, ni el Talmud, ni el Gita te pueden proporcionar respuestas. Ninguna escritura sagrada puede hacer que alcances la verdad porque la verdad está en ti y es en tu interior donde la encontrarás. [i]

Nos pasamos la vida interpretado roles y estos roles se  convierten en la imagen que se espera de nosotros. Cada rol está asociado a un grupo, una vestimenta, una manera de hablar, o una preocupación. En realidad es un papel fácil de aprender e interpretar. Entonces nuestra identidad asumida pasa a formar parte de nuestra vida y comenzamos a identificarnos con ella.

Cuando alguien amenaza esta imagen que tenemos de nosotros mismos nuestro primer impulso es atacar. El ego herido nos induce a pelear y discutir si decidimos enfrentarnos o  retirarnos y deprimirnos  si optamos por la evasión.

Intentar conseguir una constante aprobación de la imagen que hemos elegido de nosotros mismos es una batalla perdida porque nuestro yo real no es lo que el ego finge ser. [ii] La búsqueda constante del siguiente elemento que complete nuestra felicidad con la esperanza que los demás completen nuestro ego nos hará constantemente infelices. [iii]

Los demás raramente aprobarán tu ego porque bastante tienen con estar constantemente intentando aprobar el suyo propio. La supervivencia de su ego depende de la comparación con el tuyo y para que ellos tengan razón tú tienes que estar equivocado. Si tú eres menos ellos son más y viceversa.

¿Te ha pasado alguna vez que alguien al que consideras tu amigo te deja tirado cuando realmente lo necesitas y, en cambio, alguien que acabas de conocer se desvive para ayudarte en un momento puntual? Es precisamente por esto. Un amigo desea tu bienestar siempre y cuando ese bienestar sea menor que el suyo. Cada vez que un amigo tiene éxito, muero un poco, dijo Gore Vidal.

Te contaré una anécdota personal. Cuando a mi mujer le quedaba un mes para dar a luz tuvimos que hacer una mudanza. Antes de realizarla, unos amigos se habían ofrecido para ayudarnos, incluso nos ofrecieron su furgoneta para llevar de un solo viaje todas las cosas. A la hora de la verdad, ese deseo altruista de ayudarnos se convirtió en unas eternas excusas y los que realmente nos ayudaron fueron los del piso de al lado al que íbamos a vivir. Personas que no conocíamos de nada y que incluso nos ayudaron a transportar las cosas con su coche personal. Incluso a mi mujer la acogieron en su casa mientras el vecino me ayudaba a subir todo al piso.

 Desaprobar a otro es la forma más fácil de sentirse superior y con ello reforzar el ego. No es nada personal, simplemente tus amigos se valoran a sí mismos por encima de ti en una carrera en la que no hay forma de ganar. Es triste pero es así.

Cuando te identificas con la máscara de tu personaje, sentirás que estás haciendo un esfuerzo constante para obtener elogios para otro ser y la victoria dejará de tener sentido. Los demás no te aprobarán a ti sino a tu personaje y nunca vas a complacer a todos.

Por otro lado, nuestro ego también nos hace pasar por la vida con la sensación de que todo gira en torno a nosotros y que somos lo más importante que hay. Esto lo hacemos para evitar pensar que en realidad somos uno más, como los millones que pueblan el planeta. Alguien importante para ti pero solo eres personaje secundario en la vida de los demás. Alguien que forma parte de una intrincada red de conexiones que se extiende a lo largo de millones de vidas y épocas. Una red que somos incapaces de comprender y donde la mayor parte de lo que sucede a nuestro alrededor no tiene nada que ver con nosotros. De los miles de millones de estrellas que componen el cielo nocturno tu solo eres una, nada más. Nunca lo olvides.

 Hipócrates confundió el temperamento con la personalidad y teorizó que los comportamientos humanos se deben a los fluidos o humores  del cuerpo y en función de estos el sujeto desarrollaría un comportamiento u otro. Para el griego, el cuerpo estaba compuesto por cuatro sustancias básicas y el equilibrio o equilibrio de estas, determinaban la salud del cuerpo. Estos humores correspondían con los cuatro elementos (aire, fuego, tierra y agua).

Unos siglos más adelante, Galeno, el médico privado del emperador Marco Aurelio, extendió la teoría de los humores no solo a la salud del cuerpo sino a las tendencias de su conducta y su salud mental. En su ideario, el desequilibrio de estos humores influía en el modo en que pensamos, sentimos y actuamos. De este modo, una persona que en su organismo predominase la bilis negra[iv] desarrollaría una personalidad melancólica con tendencia a la tristeza mientas que si predominaba la flema, se caracterizaría por un análisis racional de las situaciones. Esta teoría, nacida de Hipócrates y desarrollada por Galeno permaneció vigente hasta prácticamente el Renacimiento y sirvió de base a otros teóricos de la personalidad posteriores como Hans Eysench. El psicólogo alemán estipuló que diferentes factores genéticos y ambientales determinaban la conducta. Como conclusión, también identificó tres dimensiones independientes de la personalidad, el neuroticismo, la extraversión y el psicoticismo.

Por esa misma época, más o menos, Sigmund Freud llevó a cabo la primera teoría integral de la personalidad que pretendía explicar, a su manera, una amplia variedad de comportamientos, tanto normales como anormales haciéndolos encajar en cinco grupos concretos. [v]* Es el último de estos modelos, el modelo estructural, el que separa la mente en tres instancias, el Ello, o la parte primitiva cuyo propósito es satisfacer los instintos primarios, el Yo, que actúa de intermediario entre el Ello y el Superyó y el Superyó, que representa la parte racional. Teoría copiada casi de manera literal de la alegoría  del carro de Platón.

A partir de entonces surgieron nuevas teorías de la personalidad como la de, por ejemplo, su discípulo Carl Jung que habla de hasta ocho tipos de personalidad. [vi]*

Todas estas teorías de la personalidad tienen un nexo de unión y es que, en todas ellas, hay una parte visible, la máscara, y otra interna que solo vamos a conocer nosotros y que también es parte de quienes somos por mucho que queramos esconderla.

Aquí es cuando llega la paradoja. Si la máscara la has creado en función de lo que los demás esperan de ti, tú no eres esa máscara, pero tampoco eres el ser oscuro que se esconde detrás de ella  porque nunca actúas como ese ser oscuro quisiera actuar. Eso nos lleva a la conclusión de que, en realidad, somos todos unos hipócritas que se pasan la vida intentando contener al dragón que llevamos dentro para que los demás no tengan nada que reprocharnos. [vii]

Hipócratas, curiosa palabra. Hipocresía deriva de las voces griegas   hypo que significa máscara y crytes que significa respuesta,  por lo que la palabra significaría responder con máscaras. Los hipócritas exhiben comportamientos y defienden comportamientos morales en los que en realidad no creen y que lo hacen para engañar o manipular a otros, es decir, la realidad de la vida misma. [viii]

A menudo tendemos a juzgar las acciones de otras personas con más dureza que a nosotros mismos por la realización de esas mismas acciones. Este comportamiento es un mecanismo de defensa que nos protege del daño y forma parte del proceso de crecer porque, las personas no nacemos sabiendo cuál es nuestra máscara. La personalidad que alguien adopta se aprende durante un periodo de tiempo tan dilatado que a veces dura toda la vida y proviene de verse a sí mismo actuar bajo diferentes contextos por medio de un doloroso y continuo proceso de ensayo y error.

Mediante este proceso, nos convertimos en seres modelados por las diversas fuerzas que hallamos en el curso de nuestra vida. Nos volvemos productos, como un móvil o un coche. El producto de nuestra cultura, de las sensaciones y recompensas tradicionales del medio social que, mediante privilegios o privaciones, nos ha convertido en lo que somos.[ix]

A veces, las personas, intentamos modelar la máscara para convertirnos en las personas que queremos ser. De vez en cuando todos fingimos un poco por empatía o por consideración a los sentimientos de otra persona. Imagínate, por ejemplo, una persona que te está enseñando con gran ilusión ese coche para el que ha ahorrado durante largo tiempo y que para ti a lo mejor solo es un coche viejo y feo y aun así finges para no herir sus sentimientos.  Eso es algo bueno, pero hay que saber dónde trazar la línea sobre la que no se debe cruzar. Nunca sacrifiques quién eres por el bien de las relaciones sociales ni permitas que los demás te traten de una manera que te hace estar incómodo. Eso significaría que estás tratando de encajar con las personas equivocadas.

Si siempre ocultas lo que sientes en realidad y pretendes ser alguien que en realidad no eres, pondrás un freno importante en tus relaciones sociales y nunca entablarás una amistad genuina con nadie.

            Vive de tal manera que no te confíes a ti nada que no puedas confiar incluso a tu enemigo. Pero ya que sobrevienen ciertas situaciones que por costumbre se mantienen en secreto, comparte con tu amigo todas tus cuitas, todos tus pensamientos. Le harás fiel si le consideras fiel. Algunos cuentan a quienes les salen al paso solo a lo que los amigos debe confiarse. Otros, por el contrario, se resisten a la confidencia incluso con los más queridos. Ni lo uno ni lo otro ha de hacerse, pues ambas cosas son defectuosas[x], escribe Séneca

En el capítulo relacionado con la mentira, te hablé de debes ser consciente de que todo el mundo miente pero si hay un hecho del que no podemos escapar es que, en lo más profundo de nuestro ser, permanece guarecido el más profundo de los mentirosos.  A la hora de llevar a cabo las interacciones con los demás, nuestro cerebro nos cuenta la más perversa de las mentiras a la hora de mostrar a los demás y a nosotros mismos quiénes somos.

¿Te has cruzado alguna vez con alguien que cuando lo conoces parece gentil y simpático pero  con el tiempo muestra un carácter al filo de lo agresivo? ¿O la típica persona que tiene una gran necesidad de diferenciarse de los demás pero que a medida que lo conoces te vas dando cuenta de lo mediocre que es? ¿O a la persona seria con la que vas un día de fiesta y acaba con la corbata atada por la cabeza, borracho y bailando encima de la barra? ¿Alguna vez te has sorprendido a ti mismo con alguna reacción brusca que revela un lado de tu carácter que no conocías?

Carl Jung llamó la sombra a ese lado oscuro que tienen las personas reprimido en lo más hondo de su mente. Aquello que la gente intenta negar  y reprimir de sí misma. Esta sombra está sepultada muy dentro de nosotros pero en momento de estrés o cuando aparecen inseguridades profundas emerge a la superficie. También tiende a salir a medida que envejecemos. Los jóvenes se sienten más tentados a cumplir los roles sociales. La necesidad de encajar en el grupo es una motivación primaria por lo que aprenden a aplastar y reprimir el lado oscuro de su personalidad. A medida que envejecemos nos cansamos de fingir y nos quitamos las máscaras.

Es un hecho comprobado que los seres humanos se sienten atraídos por películas y series  de asesinos en serie, villanos o cultos diabólicos. La cultura fomenta esas figuras porque son expresiones de nuestro lado oscuro.

Por otro lado, nos atraen los líderes que expresas la hostilidad y el rencor secreto que sentimos.  Idealizar a uno de estos individuos nos deja la libertad para actuar de formas de rechazaríamos de manera individual. Estos demagogos muestran el mundo de manera dicotómica, fomentan temores, inseguridades, deseos de venganza. Sentimientos escondidos durante tiempo pero que al calor del grupo pueden saltar en cualquier momento. Para protegernos de ello, el conocimiento sobre nosotros mismos nos permitirá encontrar la manera de integrar nuestro lado oscuro a nuestra conciencia de forma productiva.[xi] Cada uno de nosotros lleva consigo una sombra que entre menos encarne en su vida consciente, más oscura y densa será, escribe Carl Jung.

Siento si no te he dado una definición satisfactoria de quién eres, pero al menos ahora ya sabes quién no eres. A veces nuestro verdadero yo nos grita para que le demos lo que necesita, pero debajo de tanta máscara no somos capaces de oírlo. Si aprendemos a escuchar, si rasgamos el velo de malla, podremos darnos cuenta cómo poco a poco nos va llegando una voz, al principio tímida y que con el tiempo se irá intensificando. Algunos utilizan la meditación para conectarse con esa esencia interior mientras que otros la mantienen silenciada durante toda su vida mientras intentan satisfacer a su ego.

No busques fuera las respuestas a tus preguntas. No las vas a encontrar. Todo está dentro de ti. Me gustaría terminar este libro con una frase de Plotinio que resume la esencia del mismo. Dice así: si aún no ves tu propia belleza, haz como el escultor de una estatua: quita esto, raya eso, perfila aquello…Esto es, elimina todo lo superfluo y endereza lo que está oblicuo.


[i] El libro del Ego, de Osho

[ii] Ibíd.

[iii] Ibíd.

[iv] Relacionada con el elemento tierra

[v]  Topográfico, dinámico, económico, genético y estructural

[vi] Pensamiento introvertido, sentimental introvertido, sensación introvertido, intuitivo introvertido, pensamiento extrovertido, sentimental extrovertido, sensación extrovertido y intuitivo extrovertido

[vii] Las máscaras que nos habitan, de Fabian C. Barrio

[viii] Ibíd.

[ix] La evolución del hombre: la hipótesis del cazador, de Robert Ardrey

[x] Cartas a Lucilio n3,de séneca

[xi] Tratado sobre la naturaleza humana, de Robert Greene

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