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AMERICO AMORIM, El “Outsider” desconocido

“Cuándo tengo una idea es difícil hacerme parar”

Mucho se ha escrito de los CEOs famosos de las empresas americanas y los grandes gestores de fondos pero poca gente conoce la historia de un gran hombre de orígenes humildes que con su tenacidad y olfato empresarial logró convertirse en el hombre más rico de Portugal.

Americo Amorim era el quinto de 8 hermanos. Nació en 1934 en el seno de una familia humilde de la aldea de Mozelos, aproximadamente a unos 20 kilómetros de Oporto. En aquella zona predominaban los alcornoques y al igual que la mayoría de lugareños, los Amorim vivían de la extracción de su corteza. Para ello operaban una pequeña empresa familiar fundada por su bisabuelo Antonio Alves Amorim en 1870 y dedicada a la fabricación de tapones de corcho para las botellas de vino de Oporto en el  puerto de Gaia.

FOTO: La familia: Américo Amorim, el niño de abajo a la derecha posa al lado de sus siete hermanos y sus padres

A pesar de regentar una empresa, la familia Amorim no era especialmente acaudalada, más bien todo lo contrario, especialmente después de que un gran incendio devastara la fábrica de Gaia en 1944 al cual no logró restaurar su actividad hasta un año después, y siendo esta solo de forma parcial.

Por ello, desde niño se acostumbró a vivir modestamente. Usaba ropa que ya no les valía a sus hermanos, iba a la escuela utilizando zuecos de madera y, cuando había catequesis, los amigos llevaban un escudo en el bolsillo mientras que él apenas dos centavos. Solo en cuarto curso pudo permitirse el capricho tener unos zapatos que le dejaban utilizarlos para ir a misa los domingos con sus padres y  hermanos.

Le fascinaba la geografía, pero la cultura de la época le obligaba a estudiar algo que fuese práctico para desarrollar el negocio familiar. Por eso durante cuatro años completó un Curso General de Comercio que le ayudó a entrar en la empresa familiar, gestionada por su tío Enrique, el cual no había dejado descendientes y allí fue entendiendo la lógica de los negocios. Para que esto pudiese llevarse a cabo, sus padres tuvieron que hacer grandes sacrificios para costear los 620 escudos por trimestre que costaba la Escuela Académica de Oporto.  Como anécdota decir que aprobó el curso por los pelos.

En 1952, a los 18 años comenzó a trabajar con sus hermanos como obrero en la fábrica de corcho para ganar 500 escudos al mes. En mayo de 1955, Enrique ofreció a sus sobrinos una experiencia que definirá el posterior recorrido de Américo: los llevó en un viaje en automóvil a través de España, Francia, Italia, Suiza, Holanda y Alemania.

De vuelta a Portugal estuvo unos años trabajando en la empresa familiar a la que iba a trabajar andando, recorriendo todos los días el camino de 20 minutos que la separaba de su casa. Al cabo de 10 años compró una bicicleta y un tiempo después su primer automóvil usado, un Volkswagen Polo que solo utilizaba los fines de semana.

Tras pasar casi década sumido en la empresa familiar, Américo hizo algo inusual y dejó atrás mundo del corcho y la ciudad de Oporto para perderse por el extranjero durante cuatro años y medio. Con el poco dinero que tenía viajaba en segunda clase y dormía en pensiones de mala muerte. De ese modo exploró países tan lejanos como Sudamérica, Asia o Europa Central entre otros. Ese cambio de paradigma le llevó a conocer nuevas culturas y diferentes modos de pensar. Pasaba el día adentrándose por los guetos entre la gente más desfavorecida y aprendiendo de ello.

En una entrevista aseguró: “Estudiar es importante, pero lo es más el contacto con el mundo, con la diversidad de los continentes, el análisis de los países, de las culturas y de los pueblos, de sus vivencias y valores, hábitos y costumbres… No hay universidad que pueda sustituir ese tipo de educación en directo”.

De nuevo en tierras lusas y tras la muerte de su padre recibió el 2.5% del negocio y fue entonces cuando inició su transformación. En 1963 Américo decidió junto con tres de sus hermanos y su tío Enrique fundar Corticeira Amorim y desde el principio tenía bien claro que debían expandirse a otros mercados. Por ello, durante los próximos años y especialmente tras la Revolución de los Claveles en 1974 Amorim apostó por la internacionalización del  producto viendo por primera vez el mercado vitivinícola portugués dentro de un contexto mundial mucho mayor.

Para ponernos en contexto, en los años 50 y 60, el liderazgo del corcho correspondía a España, y más concretamente a la provincia de Girona. Unos años más tarde, la aparición del tapón de plástico, más barato y apto para los vinos más comunes, significó la ruina de muchas empresas que abandonaron la producción o se desprendieron de sus activos.

Los Amorim hicieron justo lo contrario, apostaron por el corcho contra viento y marea, compraron fábricas y cuotas de producción en Extremadura y Cataluña y convirtieron su empresa portuguesa en la número uno del sector.

En 1972, construyó la primera fábrica en el exterior, en Marruecos, por ser tierras ricas en producción de corcho. En 1978 plantó alcornoques en Portugal en las zonas que le habían sido expropiadas ante el estupor de la gente. En Abril cuando estalló la revolución y cuando todo el mundo huía, Amorim no solo negociaba con el Este comunista sino que recompraba todas sus tierras.  En el año 2000 de esas tierras empezó a salir corcho virgen. Con una tremenda visión a largo plazo, él mismo comentó posteriormente que 25 o 30 años no eran nada.

A través de ventas a China, India, y países árabes con los cuales Portugal ni siquiera tenía relaciones diplomáticas, Amorim construyó su imperio de corcho. Fue de los primeros empresarios portugueses que viajó a la Unión Soviética, y tras la Perestroika un exespía rumano lo acusó falsamente de ser un agente de la KGB debido a su fascinación con el país. Para expandierse hacia es este comunista, tuvo que eliminar todo nombre que recordase su origen portugués mientras estaba activo el Telón de Acero, por lo que llamóa a su empresa Ceibo Amorim.

Una vez desaparecida la dictadura de Oliveira Salazar muchas de sus fincas fueron ocupadas tras la Revolución de los Claveles pero Amorim supo negociar con el Gobierno revolucionario y cooperativas comunistas para mantener su negocio. También supo aprovechar el pánico de competidores, quienes temían la nacionalización de sus bosques de alcornoque en esos tiempos convulsos, para comprar tierras por todo el país por precios absurdamente baratos.

Esos años fueron convulsos. Para aprovechar el 70% de los residuos del corcho, Américo y sus hermanos compraron una fábrica a la familia Van Zeller. Así Nació “Amorim y Hermanos” con lo que pudieron diversificar el producto y comenzaron a fabricar aglomerados sin autorización oficial del régimen de Salazar. Lo quisieron hacer también en la fabrica principal pero esta estaba aún controlada por sus tíos, reacios a la idea por temor a la Ley de Acondicionamiento Industrial por la que el régimen de Salazar controlaba a las empresas y sus productos. Como en toda dictadura era necesario formar parte del núcleo principal del dictador para caer en gracia y obtener los permisos requeridos lo cual no era el caso.

Mientras proseguía su imparable expansión  internacional, Américo y su hermano Antonio fueron acumulando acciones del holding, hasta hacerse con el control total de Corticeira Amorim en 1977. Pero el corcho fue solo un punto de partida. Con monopolio virtual sobre el sector, Américo optó por diversificar los negocios familiares.

Se hizo con millares de hectáreas por el Douro y el Alentejo, donde actualmente produce vino, olivos, y ganadería y tras ello inició su incursión en la banca.

En 1981 fue uno de los fundadores del BPI, Banco Portugués de Investimento,  adquirido posteriormente por Caixabank. Fundó también el Banco Comercial Portugués que posterior mente se convertiría en el mayor banco privado del país vecino y  lanzó el Banco Único, en Angola. También entró en el capital del Banco Luso Brasileiro.

Luego, adquirió el portugués Banco Nacional de Crédito Inmobiliario, el cual vendió en 2002 al Banco Popular por 390 millones de euros. La operación se hizo mediante una ampliación de capital, con lo cual Amorim se convirtió en uno de los mayores accionistas del Banco Popular (llegaría a más del 7%), después de los hermanos Valls, y la compañía alemana Allianz

Hábil y visionario, en 2013 vio venir el colapso del Popular, y vendió  toda su participación.

Participó en la empresa energética Galp de la que controlaba casi el 20% de las acciones así como grandes proyectos turísticos en Mozambique donde participa en un consorcio agrícola de 17 mil hectáreas de cultivo de arroz, soja y frijoles en la zona de Zambezia. En el litoral del país también es dueño de un extenso terreno de 700 hectáreas, con 120.000 cocoteros y una producción anual de 10 millones de cocos.

Tras visitar Brasil se fascinó con los paisajes naturales de nordeste del país y desarrolló dos grandes proyectos valorados en más de 300 millones de euros. Uno está en Praia do Forte, y tiene 110 hectáreas, con 1,6 kilómetros de frente de mar. El otro está en Maraú y es el mayor proyecto turístico al noreste del país. Consistente en 25.000 hectáreas, con 30 millones de metros de construcción y 9,6 kilómetros de frente de playa.

En el año 2016, alegando motivos personales abandonó la presidencia del grupo Galp y cediéndosela a su hija Paula.

Solo con sus inversiones en Galp y el Banco Popular logró cuadriplicar su patrimonio.

Junto con su amigo Horacio Roque, compró de un 7% del Thames Water, la mayor compañía británica de aguas y servicios, y actuo como asesor financiero en la privatización de Aquapor, dedicada al suministro y saneamiento de agua en Portugal.

De esta manera, Amorim consiguió evitar que las vueltas de la economía global afectaran su fortuna y  tanto en tiempos de bonanza como en tiempos de crisis, su imperio resistió. A mediados de los Años 80 ya se había convertido en el hombre más rico de Portugal.

En 2005 compró la mayor parte de la firma norteamericana de moda Tom Ford, que le ha permitido relanzar una línea de cosmética y de ropa, y expandirse a China, la nueva Meca de los consumidores de moda.

Para diversificar su línea principal de negocio, se expandió por todas las aplicaciones de de la corteza del alcornoque  como pavimentos flotantes para cocinas y baños, muebles, casas de campo o complementos en trenes o aviones forman también parte de la diversificación de la empresa portuguesa.

Su pugna contra los fabricantes de tapones de plástico le llevó a idear un tapón de corcho, el patentado hélix, que puede quitarse y ponerse con la mano mientras mantiene todas las propiedades del vino.

Pero el invento mas revolucionario vino de su departamento de I+D tras una inversión de más de 10 millones de euros y 5 años. Lo llamaron NDtech, y permite detectar el tricloroanisol, el temido TCA, en la cadena de fabricación, en solo unos segundos, cuando hasta ese momento se necesitaban 14 minutos de media por tapón, algo que hacía inviable su detección.

Para ponernos en contexto, el TCA se trata de un defecto  del corcho que una vez que invade al vino, no es posible eliminarlo, y es motivo de rechazo del producto por parte del consumidor, si se halla en altas proporciones.

En 2010, Américo se centró en la presidencia de Amorim Inversiones y Participaciones, dejando la emblemática área del corcho a su sobrino Antonio Rios Amorim, conocido en el grupo y en la familia por Toni.

Antonio Ríos entro en el mundo del corcho de la mano de su padre, que  lo llevaba los fines de semana a las fabricas de Amorim pero no fue allí donde empezó a trabajar.  A los 22 años, recién llegado de Inglaterra, donde se licenció en Comercio Internacional por la Universidad de Birmingham, asumió funciones en “Amorim Inversiones y Participaciones” primero siendo responsable de la puesta en marcha de los hoteles Novotel e Ibis en Portugal, y entre 1993 y 1995 fue responsable de operar Amorim Inmobiliaria. Al año siguiente ascendió al puesto de Director General de la unidad Tapones en Corticeira Amorim.

Siguiendo con su tío, el carácter de Américo siempre fue serio  e informal y para él los horarios eran una obsesión. Siempre intentaba llegar diez minutos antes de la hora acordada e incluso en una ocasión tras un accidente de coche, en lugar de dirigirse a la enfermería, fue a la sala donde los esperaban para una reunión. Solo al final de esta fue a curarse de sus  heridas.

Para no perder tiempo de trabajo era común que comise un sándwich en su gabinete y aprovechaba para recibir socios y clientes en la sala Vip del grupo situada en el último piso de la sede. Siempre huía de las comidas o almuerzos de negocio ya que él mismo comentaba que durante las mismas se comía y bebía demasiado.

De naturaleza humilde casi siempre almorzaba en el mismo restaurante por unos 12 euros y cuando le apetecía algo lujoso, solo iba al Eleven, un restaurante con una estrella Michelin situado en Lisboa del que controla el 9% del capital.

Americo siempre ha sabido cuidar bien a sus trabajadores, que a menudo son familias. Reciben 100 euros al día por 8 horas de trabajo en los 3 meses al año que dura la extracción del corcho del alcornoque, el resto del año se dedican a limpiar y cuidar los arboles y otros trabajos agrícolas. En los primeros años, ofrecía un bacalao cada uno en la Navidad. Después cambió el tipo de regalo. Si encontraba un libro que le marcase o algún artículo importante lo mandaba digitalizar o comprar para distribuir por sus colaboradores y empleados con una dedicatoria suya.

FOTO2: 1998, Fidel Castro hace cuestión de visitar a Amorim, que estaba invirtiendo en Cuba

Como anécdota, era amigo de Fidel Castro, el cual se interesó en visitarlo cuando pasó por Oporto durante la celebración de una cumbre Iberoamericana. En ese momento Amorim Turismo  invertía con fuerza en la hostelería cubana.

En 2017, a los 82 años de edad su corazón dejo de funcionar y se fue uno de los mayores hombres de negocios que ha visto el mundo.

Además de su cuantiosa fortuna valorada en 4.2 mil millones, el empresario se lleva consigo con un sinfín de reconocimientos oficiales del Estado por su servicios a la nación portuguesa, desde la Orden Civil del Mérito Agrícola e Industrial, hasta la Gran Cruz de la Orden del Infante Don Henrique, máxima distinción civil del país vecino.

2 comentarios en «AMERICO AMORIM, El “Outsider” desconocido»

  1. En el episodio del podcast de Value Investing FM en el que hablaban de 10 empresas curiosas la que más me llamó la intención como invertible fue Corticeira Amorim y decidí echarle un vistazo.
    Ví que cumplia con todas las premisas del value (ventajas competitivas, negocio estable y fácil de predecir, con margenes operativos, en manos de los fundadores…). Ví también que la llevaba Paramés aunque me parecio que estaba un poco cara (si buscas una rentablidad del 15% anual deberías comprar a 8,5 como mucho).
    Además estuve leyendo que en el negocio de los tapones de botellas de vino estaban apareciendo los tapones sintéticos (especialmente la empresa Nomacorc) estaban ganando cuota de mercado y que ya suponían el 17%, aunque mayormente en vinos de baja gama.
    Ves la aparición de los corchos sinteticos como una posible pérdida de las ventajas competitivas que disponía hasta ahora Corticira Amorim (el hecho que alguien pueda competir con ellos sin tener que plantar los árboles y esperar a que crezcan)?

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    • Yo soy accionista de Corticeira desde 2015 y ni se me pasa por la cabeza venderla. Como decian en el podcast, no es una empresa para hacerte rico, pero que tampoco te dará grandes sustos. Este año ha sido la parte defensiva de mi cartera que me ha dado un poco mas de estabilidad. Al final piensa que, como dices, los tapones de plástico o corcho sintético son para los vinos o licores de menor calidad, los grandes productores van a seguir utilizando corcho. A parte de que, al contrario q su competidora, la francesa OENEO, q solo vende tapones, corticeira le da muchos usos al corcho que les sobra, como revestimientos de paredes, etc. Incluso suelas para zapatillas

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