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La manipulación de las redes sociales

“Tenemos que proporcionarle (al consumidor) un pequeño chute de dopamina cada cierto tiempo, porque alguien le ha dado a “me gusta” o comentó una foto, una publicación o lo que sea. Es un bucle de retroalimentación de validación social[…], exáctamente una de esas cosas que inventaría un hacker como yo para explotar un punto débil en la psicología humana. Esto cambia literalmente la relación de la persona con la sociedad, con los demás[…] A saber lo que está haciendo en los cerebros de nuestros hijos”

Sean Parker, primer presidente de Facebook

En apenas 10 años, prácticamente todo el mundo ha adoptado el “teléfono inteligente” como su amigo inseparable, llegando a producir trastornos como la ansiedad si alguien no lo tiene cerca durante un tiempo. Esto se une a “altavoces inteligentes”, “pulseras de actividad” y todo tipo de artilugios que nos siguen el rastro y nos miden lo que hacemos constantemente.

En realidad esto nos convierte en animales de laboratorio. Los algoritmos se atiborran de datos sobre nosotros a cada segundo que pasa. Saben en los enlaces donde hacemos click, qué videos vemos hasta el final, dónde estamos cuando hacemos estas cosas, las expresiones faciales que mostramos, qué estabamos haciendo justo antes de comprar o no comprar algo, y así un largo etcétera.

Si resulta que ciertos tipos de publicaciones nos entristecen y un algoritmo está intentando que estemos tristes, apareceán más publicaciones de esa clase. Nadie tendrá nunca por qué saber la razón de esas publicaciones ni nosotros probablemente nos demos cuenta del porqé de esa repentina tristeza ni de que estamos siendo manipulados, pero esto produce un evecto sutil y acumulativo.

Todas estas mediciones se comparan con otras similares de personas obtenidas mediante espionaje masivo al que damos nuestro beneplácito.

ADICTOS A LA DOPAMINA

Todo el que está presente en las redes sociales recibe sin descanso estímulos que se ajustan a su personalidad de manera individual y contínua. Esto provoca adicción en la sociedad y esa adicción enloquece. El adicto pierde el contacto con el mundo y las personas reales. Cuando esto le sucede a mucha gente, el mundo se desquicia y se vuelve oscuro.

La dopamina desempeña un papel protagonista en la obtención de placer y es esencial en el mecanismo de alteración de la conducta en respuesta a la obtención de recompensas. Para resultar adictivos, algunos videojuegos utilizan imágenes de caramelos o monedas como recompensa. Esto estimula las mismas zonas del cerebro como lo haría esa misma recompensa en la vida real.

Cuando la gente recibe una respuesta halagadora a cambio de publicar algo en las redes sociales, adquiere la costumbre de publicar más a menudo. Este gesto, aparentemente inocente, puede suponer el primer paso hacia una adicción que acabe siendo un problema tanto para el individuo como para la sociedad.

Esta adicción nos convierte gradualmente en zombis carentes de libre albedrío. No existe el libre albedrío de manera totalmente libre. El cerebro modifica de manera continua sus rutinas para adaptarse a un entorno cambiante.

Los adictos pueden intentar ocultar su adicción, sobre todo ante sí mismos, pero suele saltar a la vista pues su personalidad cambia. Los adictos se vuelven ansiosos y centran su atención en suceso extraordinarios que los demás no ven. Son egocentricos y están tan cerrados en su propio círculo que no tienen tiempo para darse cuenta de lo que los demás piensan o sienten. Exhiben una arrogancia que tiene todas las trazas de ocultar una profunda inseguridad.

Un adicto a los algoritmos de las redes sociales acaba siendo extraordinariamente sensible a la ofensa, como si estuviese deseando verse envuelto en una disputa. Desde que existen las redes sociales, lo que dicen los idiotas tiene mas eco en el mundo. Para evitar caer en comportamientos propios de uno de esos idiota, otras personas fingen ser amables. Empalagosamente educados, eligiendo en todo momento las palabras con el mayor cuidado. Van andando con pies de plomo. Estos son aún peor que los primeros.

Si identificas alguno de esos patrones y no te gusta la persona en la que te estas convirtiendo, quizá sea buena idea decir basta. Nuestro caracter es como nuestra salud, mas valioso que cualquier cosa que podamos comprar con dinero. No lo eches a perder.

LOBO SOLITARIO O EN MANADA

Cada uno de nosotros tiene un troll interior que a veces manda y otras no. Somos como lobos. Podemos ser solitarios o miembros de una manada.

Cuando somos solitarios, somos más libres. Somos precavidos pero también capades de más alegría. Pensamos por nuestra cuenta. Improvisamos y creamos. Hurgamos en busca de comida, cazamos, nos escondemos. Aullamos de vez en cuando por pura exuberancia.

Cuando estamos en manada las interacciones con los demás pasan a ser lo más importante del mundo. Cuando las personas estan atrapadas en una estructura de poder competitiva y jerárquica, como una corporación, puede perder de vista la realidad de lo que esta haciendo porque la lucha de poder inmediata oscurece la propia realidad.

Este patrón se repite siempre que las personas forman grupos. Las bandas callejeras solo entienden conceptos propios de manads como territorio y venganza, inclusoo mientras destruyen sus vidas, familias y barrios. El modo manada hace que prestemos tanta atención a nuestros compañeros y enemigos que podemos dejar de ver lo que sucede delante de nuestras narices.

En modo manada también nos obsesionamos con el orden jerárquico que acaba por controlarnos. Nos abalanzamos contra los que estan por debajo de nosotros para evitar que nos hagan ocupar su lugar y nos desvivimos por halagar y criticar al mismo tiempo a quienes estan por encima. Nuestros iguales pasan a ser aliados o enemigos a tal velocidad que dejamos de percibirlos como individuos. La unica base sólida para la amistad es el antagonismo compartido hacia otras manadas.

En cambio, cuando somos lobos solitarios, cada individuo tiene acceso a una información sobre el mundo ligeramente distinta y maneras diferentes de reflexionar sobre la misma situación.

Hay situaciones en las que la unica manera de sobrevivir es que el interruptor se ponga en modo manada, pero uno de los principales objetivos de la civilización es conseguir que estas ocasiones sucedan lo menos posible.

El capitalismo falla cuando el interruptor se pone en modo manada. Esto alimenta las burbujas y otros fallos de mercado. El voto tribal, los cultos a la personalidad y el autoritarismo son la política correspondiente al modo manada que hacen que la democracia falle.

Cuando uno es lobo solitario, se ve obligado a establecer contacto directo con una realidad más amplia, indiferente a lo que piensa la sociedad. Tiene que encontrar agua y cobijo o perecerá. Tiene que cazar por su cuenta. Debe resolver problemas a partir de de evidencias que uno mismo recoplila. Adopta rasgos propios de un científico o un artista. En manada en cambio, uno se convierte más en algo parecido a un operario, un político o un esclavo.

Como consejo, si al paticipar en cualquiera de las plataformas de internet sientes algo desagradable en tu interior, una inseguridad, una sensación de baja autoestima, un deseo de atacar verbalmente o golpear a alguien, abandona esa plataforma. No merece la pena. No publiques insultos, no tuitees como represalia. Abandona la plataforma.

Ese tipo de comentarios suponen que esas emociones negativas hacen mella en tu estado de ánimo y si los compartes es peor aun, porque estas lanzando todo eso al mundo. Intenta armonizar tu entorno para evitar este tipo de noticias, pero cuando inevitablemente te llegue algo así, párate y piensa por qué te sientes impulsado a compartir esa negatividad. Qué hay dentro de ti que te lleva a ello. Si contribuyes a seguir esa cadena no estás haciendo nada bueno para hacer la vida mejor sino todo lo contrario. La gente elige la negatividad de manera automática, pero recapacita sobre el hecho de que si eliges lo negativo, ¿cómo esperas que tu vida sea más positiva?

EL PODER DEL ALGORITMO

Cuando te vuelves adicto a “el placer” que te proporciona el algoritmo, cada día estas expuesto a memes, historias terroríficas y falsas y ciberanzuelos que probablemente vienen de bots. Una actitud de paranoia y rechazo se apodera de ti y cada día buscarás nuevas dosis en forma de estímulos sociales positivos y negativos.

Los algoritmos determinan que es lo que ves. Eso significa que no sabes lo que estan viendo los demas porque su algoritmo les está dando su propio contenido personalizado. No podemos saber en qué medida el algoritmo incluye sesgos y moldea la forma de ver el mundo de las personas. Las búsquedas, hilos de contenido, flujos y demlas elementos personalizados constituyen el origen del problema.

Sin saber en qué medida ni por qué, todo lo que ves está personalizado para ti. Todo ello en base a unos servicios que percibimos como gratuitos, pero que son versiones veladas que, en otras circunstancias, alguién como nosotros proporcionaría a cambio de una remuneración.

Las redes sociales crean ilusiones de que podemos mejorar la sociedad con solo desearlo, de que las personas sensatas saldrían ganadoras en las contiendas, y de que de alguna manera, la cuestión del bienestar material se resolvería sola. Lo que sucede en realidad, siempre, es que los espejismos se disipan cuando ya es demasiado tarde y el mundo lo heredan las personas mas toscas, egoístas e ignorantes. Aquel que no sea un idiota será quien peor parado salga.

La siguiente fase en la política de los algoritmos es aquella en que los idiotas toman consciencia y reciben la atención suficiente como para imponerse sobre personas bienintencionadas. Exhuman espantosos preuicios y odios que ha permanecido enterrados durante años y hacen que esos odios pasen a ocupar un espacio central.

Las empresas propietarias de los algoritmos ganan dinero cuando la gente esta irascible y obsesionada, dividida y enfadada y esto es algo que encaja a la perfección con ciertos intereses. Esto convierte a todo en una estafa intrínsecamente cruel. Es una máquina de lanzar porquería que transforma la organización incera en cínica disrupción. Creer en algo porque solo lo aprendimos a través de un sistema es una manera de ceder nuestro poder cognitivo a ese sistema.

Por terminar ya, el objetivo de este artículo no es convencerte de que pienses o actúes de determinada manera. El objetivo es que te tomes la molestia de experimentar un poco para conocerte a tí mismo y solo de esa manera estarás en condiciones de discutir sobre qué es lo que más te conviene.

Para esribir este artículo he utilizado como base el libro de Lanier Jaron “Diez razones para borrar tus redes sociales de inmediato”, un libro corto pero bastante contundente en sus argumentos y que recomiendo leer a todo el mundo

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