“Lo simple puede ser más difícil que lo complejo. Tienes que trabajar duro para limpiar tu pensamiento y hacerlo simple” – Steve Jobs.
Cuando miro a mi alrededor, veo a personas que viven sus vidas siempre corriendo detrás del tiempo. Veo padres que, centrados en sus trabajos, han dejado atrás la infancia de sus hijos. También encuentro personas que han arruinado sus relaciones porque estaban persiguiendo “algo” en el futuro sin tener tiempo para vivir y amar a las personas que los rodean en el presente. Tu vida es demasiado corta para desperdiciarla en el carril rápido. La vida se disfruta mejor a un ritmo pausado.
Al final de este artículo os introduje el concepto del Efecto Diderot. Denis Diderot era un encliclopedista y escritor francés del siglo XVIII. Vivió siendo pobre casi toda su vida pero en 1765 la reina Catalina II de Rusia le ofreció comprarle su biblioteca y nombrándolo de por vida administrador de la misma pagándole 50 años por adelantado. La reina también le regaló una preciosa bata de color escarlata que sustituyó a su viejo atuendo. Esa túnica tan buena y elegante provocaba que el resto de sus pertenencias pareciesen de mala calidad, baratas y sin gusto, por lo que Diderot fue sustituyéndolas por un sofá de mejor calidad, una mesa nueva, algunos cuadros… Cuanto más compraba, más quería y acabó redecorando su casa entera a partir de aquella bata. Se convirtió esclavo de aquella prenda ya. “yo era dueño absoluto de mi bata vieja, pero me había convertido en esclavo de la nueva” escribe en uno de sus ensayos. Casi sin darse cuenta, terminó por gastarse todo su dinero en posesiones que realmente no quería y que terminaron por hacerle miserable.
Esto, más adelante, pasó a conocerse como “efecto Diderot”. Las cosas que adquirimos son un reflejo de nuestra identidad y del lugar que ocupamos en nuestra sociedad. En el libro “El millonario de la puerta de al lado” hay muchos ejemplos en los que una persona que se muda a un barrio de clase más alta siente la necesidad de entrar en una espiral de gasto creciente que le haga vivir más acorde con sus vecinos.
En contraparte a todo esto está la simplicidad voluntaria y para encontrar sus orígenes tenemos que volver a la cultura helena
Epicuro afirmaba que la felicidad y el bienestar debían lograrse con la utilización mínima de recursos y moderando o evitando todo lo superfluo. Todas las personas pueden tener una vida simple y eso no depende del dinero que tengamos sino de nuestras elecciones, afirmaba.
La escuela cínica de Antístenes sostenía que la civilización y su forma de vida es un error y que la felicidad viene dada siguiendo una vida simple acode con la naturaleza. Platón y Aristóteles por su parte proclamaban la importancia del “hombre de oro” cuyo sendero de vida no poseía ni excesos ni carencias. Otras tradiciones como la budista promovía el “sendero medio” entre la pobreza y la acumulación sin sentido.
El minimalismo, que es la expresión de esa simplicidad voluntaria, consiste en eliminar los elementos superfluos de nuestra vida para centrarnos en lo verdaderamente esencial y en consecuencia reducir la velocidad en nuestras vidas. Cuanto más sencillo sea todo lo que pensamos, mayor amplitud le estamos dando a que sucedan mejores cosas.
Es importante aplicar la simplicidad a todos los campos de la vida. Es necesario ser mentalmente muy flexible para no anclarse a antiguos dogmas, objetos, personas etcétera, que no solo no nos estén aportando nada, sino que estén ocupando un espacio innecesario que podría estar libre o lleno con otros pensamientos, personas y objetos de mayor valor emocional.
Aristóteles era un enamorado de las metáforas. Para él eran la cima de la belleza de las palabras, y siendo seguidor de sus retóricas, utilizaré una. Los robles son árboles altos y robustos, sin embargo cuando viene un huracán intentan luchar con todas sus fuerzas contra el viento que al final los arranca de raíz y se los lleva volando. Por el contrario el bambú es un árbol más débil en apariencia, pero que sabe que cuando llega el viento no merece la pena luchar contra él porque tiene todas las de perder. Entonces lo acompaña en su fluir y se funde con sus movimientos hasta que pase. Tu mente tiene que ser como ese bambú, flexible al cambio, sin anclajes y con capacidad para adaptarse a lo que va llegando.
Para aplicar el minimalismo solo tienes que tener en cuenta una regla fundamental, lo sencillo entra solo, necesita poco mantenimiento y potencia. Lo complejo no entra bien, entorpece y aminora.
Identifica aquellos aspectos de tu vida que puedan ser simplificados y simplifícalos. Cuanto más poseemos más dependencia emocional tenemos y por lo tanto más nos cuesta deshacernos de esas cosas que no nos están aportando nada. Dostoievski nos advirtió sobre un escenario que Nietzsche se encargaría de desarrollar con posterioridad, “prueben a colocar al hombre en la mas prospera, idílica y fantástica de las utopías. Refúgienlo en inmensas burbujas de placer hedónico evitando todo contacto con la crudeza del cosmos. Concédale todo lo que siempre soñó sin tener que pasar por las frustraciones, decepciones o dificultades. Les aseguro que, tarde o temprano, esta enigmática criatura encontrará el modo de sentirse miserable. A fin de cuentas no deja de ser por su naturaleza radical y composición un ser sintiente”
Con esto no digo que haya que ser totalmente austero y vivir en una casa sin muebles durmiendo en el suelo. La cuestión aquí es tener la cantidad de objetos que puedas manejar.
Cuando empiezas a simplificarlo todo, te das cuenta de la cantidad de cosas que te sobran. Cuando minimalizas tus pensamientos, descubres cuánto daño te estaban haciendo algunos patrones repetitivos que a diario no te dejaban pensar con claridad. Cuando minimalizas tu dieta, te das cuenta de la cantidad innecesaria de comida que estabas consumiendo. Busca en todos los aspectos de tu vida e intenta ver las cosas que no son esenciales.
Cada persona debe de adaptar esta filosofía de vida a sus necesidades personales, aunque siempre hay puntos en común cuando se entiende la profundidad de la filosofía que hay de fondo.
ALGO SOBRE LO QUE PENSAR
Elige con consciencia y con mucho criterio las cosas que vas a comprar y vete a la tienda con un objetivo muy claro. Evita consumir por consumir porque el consumismo irresponsable es la principal causa de la contaminación y la explotación masiva de los recursos del planeta.
Simplifica tus relaciones personales. No sientas la necesidad de tener conversaciones superficiales con la gente solo por el hecho de quedar bien. A la gente le aterra el silencio, no pueden estar delante de otra persona sin decir nada. Que no te den miedo estas situaciones. Intentaré desarrollar esto un poco más adelante.
No intentes que otras personas quieran seguir tu estilo de vida. No te identifiques, respeta a otras personas. Si intentas imponer tus ideas sobre los demás, las otras personas se lo tomarán como un ataque. Predica con tu ejemplo y no con tus palabras.
No te fuerces a desprenderte de cosas cuando aun no estés preparado. Conoce y respeta tus propios límites. El apego a un objeto no desaparece por el hecho de tirarlo, tomate el tiempo que necesites.
Ten muy presente que no es lo mismo un minimalista que un tacaño. El minimalismo no va de gastar menos, sino de gastar mejor. Invierte en cosas y experiencias que tengan impacto positivo en tu vida.
No compres productos de mala calidad para ahorrar dinero. Invierte en productos de buena calidad aunque más caros pero que te de verdadera satisfacción. La paradoja es que a la larga esto ahorra dinero.
Piensa que cuando compramos algo, lo estamos pagando con tiempo de nuestras vidas. El tiempo exacto que invertimos en trabajar para conseguir el dinero necesario para ese objeto. Cuando te venga un impulso consumista párate un momento y piensa en qué cambiaría tu vida si no comprases ese objeto. Si la respuesta es “en nada”, entonces probablemente es algo que no necesitas.
Tendemos a acumular muchas cosas que no necesitamos y la acumulación tiende a ser vista como un mensaje. Al elegir mi casa tenía claro que no quería que tuviese trastero ni nada similar. Mucha gente tiene trasteros en casa en los que va almacenando cosas viejas o incluso cosas nuevas que compra por el impulso del consumismo pero que pronto se ven relegadas a un segundo plano. Llega un punto que ni siquiera saben qué cosas puede haber ahí guardadas.
Todo lo que hacemos y su por qué muchas veces tiene su reflejo en carencias internas. Cuando tiendes a acumular en algún área de tu vida es porque, probablemente, sientas en cualquier otra un vacio que no sabes cómo llenar y el cuerpo en su búsqueda natural del equilibrio trata de compensarlo. Lo mismo pasa con las personas desordenadas por ejemplo. El desorden externo a menudo refleja desorden interno. En realidad, el estado de una casa refleja muy fielmente el estado interior del morador. Cuando mediante la observación detectes una acumulación en algún área de tu vida, párate a pensar en qué es lo que está actuando de fondo cuando estas acumulando.
Cuando tienes una mochila encima todo el día con un montón de kilos extra se vuelve un impedimento muy grande para que puedas disfrutar de la vida. Líbrate de esa mochila y solo ten lo que necesites tener. Si queremos cambiar nuestro rumbo, el cuerpo tiene que estar vacio para que no tenga lastres. Trata de tener consciencia en lo que haces e identifica de dónde viene la acumulación y lo que simboliza.
SIMPLIFICA TUS PENSAMIENTOS
Presta atención a cómo funcionan tus pensamientos y trata de simplificarlos todo lo que puedas. Los pensamientos se producen mediante impulsos eléctricos en las neuronas. Son ondas que tienen un verdadero impacto en nuestra vida aunque solo se queden en nuestra cabeza y no se lleguen a realizar. Estas ondas van transformando y configurando nuestra realidad por eso es tan importante poner nuestro foco en ello.
Los pensamientos son demasiado poderosos para dejarlos vagar sin rumbo o sin control, pero si le damos unas pautas adecuadas podemos utilizar toda su fuerza para crear algo maravilloso.
SIMPLIFICA TUS RELACIONES
Tener más cantidad de relaciones no nos hace más felices, eso lo determina la calidad de las mismas. Las relaciones necesitan atención, que se les dedique tiempo y energía para cuidarlas y si tienes una cantidad de relaciones que no puedes manejar no tendrás espacio mental para dedicarte a cada una de ellas. Haz limpieza de tus relaciones y de esa manera estarás haciendo espacio para que entren personas nuevas a tu vida que te puedan aportar más.
Elige conscientemente a las personas de las que te rodeas. Tendemos a pensar que las relaciones son algo que ocurren espontáneamente y solemos aceptarlas como nos tocan para luego quejarnos si no nos gustan las personas que nos llegan. Tienes que elegir muy bien tus relaciones porque en muchos casos de ellas dependerá parte de tu futuro. Pero antes de nada es muy importante aprender a estar feliz solo porque si no te sientes completo estando solo, inconscientemente estarás buscando en otras personas aquello que te falta y no sabes darte a ti mismo y de esa manera crearás relaciones de dependencia y difícilmente podrás construir relaciones sanas. Cuando aprendas a estar bien solo y a darte a ti mismo todo lo que necesitas, construirás relaciones sólidas con los demás
Escoge conscientemente las relaciones que quieres tener en tu vida. Quédate con las que te aporten valor, aquellas relaciones en las que se te aprecia por ser como eres y no se te juzga. Por contra elimina las relaciones que te consuman demasiada energía y que no te dejen expresar tu verdadera esencia. Es indispensable aprender a distinguir las relaciones que no nos hacen bien y tener el valor de dejarlas ir. Cuando sentimos que tenemos que distanciarnos de una persona lo mejor es mirar en nuestro interior, ser honestos y decidir donde están nuestros límites y cuáles son nuestras necesidades.
Ten en cuenta que hay relaciones que no tienen nada de malo, pero te das cuenta de que no forman parte de tus prioridades y decides soltarlas para poder profundizar más con otras personas. Esto en realidad es beneficioso para todos, porque a veces nos aferramos a relaciones que tenían un propósito en un momento dado y cuando ese momento pasa tenemos dificultades para dejarlos marchar. No nos hacemos ningún favor cuando perpetuamos estas relaciones dependientes.
Con esto no digo que haya que deshacerse de las relaciones que nos resultan difíciles para no tener que esforzarnos. A menudo aquellas relaciones más significativas y profundas son las más difíciles. A priori pueden suponer un auténtico reto pero nos nutren y nos hacen crecer y también a la otra persona.
Por otro lado la gente verdaderamente interesante escasea y no va venir a buscarte a casa. Es un proceso de búsqueda activa, automejora personal y trabajo en el que es necesario dar antes de recibir.
SIN APEGOS
Cuando empiezas a querer aligerarte de cosas te das cuenta del tremendo apego que tienes a los objetos materiales. Muchas veces somos conscientes de que no necesitamos estas cosas pero nos resulta demasiado doloroso deshacernos de ellas. Lo peor de todo es cuando nos empezamos a dar cuenta de que lo mismo sucede con cosas no materiales como relaciones, recuerdos, trabajos, etcétera.
Sentimos ese apego negativo cuando hemos puesto nuestro foco en el sitio equivocado y hemos creado una falsa sensación de dependencia, pero si reconducimos nuestra atención y nos enfocamos en lo esencial, desaparece. Por ende el desapego es la consecuencia natural de tener el foco puesto en lo verdaderamente importante.
Ten en cuenta que el hecho de deshacerte de un objeto físicamente no significa que te hayas desapegado de él. No sirve de nada si no te has replanteado tus prioridades, por eso no te fuerces a desprenderte de las cosas si no estás preparado.
En realidad es una transformación personal. Se trata de dar un giro a tu vida a nivel interior y todo lo que hacemos por dentro se ve reflejado por fuera como he mencionado antes.
Como toma de contacto para realizar una limpieza interior y exterior, librarte de las cosas materiales es una buena forma de empezar. Una vez que te desapegas de lo que no necesitas empiezas a notar cambios a otros niveles como mayor claridad mental, menos estrés o más motivación y en general te sientes incentivado para avanzar un paso más adelante. Para ello primero visualiza como sería tener tus cosas siempre en orden y que resultara fácil manejarlas. Utiliza esta imagen mental y vuelve siempre a ella para motivarte en el proceso.
Simplificar tu vida no significa vivir con una cantidad de recursos limitada sino que eso es más bien una consecuencia del proceso, pero no el objetivo. El dinero es energía y es una forma de intercambio. También es una forma de abundancia. Tenemos la sensación de que el dinero no casa bien con una vida espiritual, y que cuando tu vida está llena de significado y quieres hacer el bien por la humanidad tener dinero es incompatible. Eso no es más que una de las muchas creencias limitantes que tiene el ser humano y es una manera de rechazar la abundancia en tu vida. El dinero es un amplificador tanto de lo bueno como de lo malo. Lo que sea que estés haciendo el dinero lo amplifica.
Un estilo de vida basado en la simplicidad no implica vivir en la miseria o sin lujos sino establecer una serie de prioridades. Hay que distinguir muy bien entre los lujos con un impacto necesario en nuestra vida, de los lujos que no nos aportan nada.